Sonido de las cacerolas, el último recurso que tiene el pueblo llano para denunciar el atropello

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Es un medio pacífico y el modo directo, desde el balcón de casa o desde el paseo autorizado para repudiar a un Gobierno lesivo, traidor, inepto, sectario y negligente. Ante la imposibilidad de expulsar desde las instituciones a un Ejecutivo, liderado por un presuntuoso sujeto que ha llegado al poder mintiendo al pueblo que le votó, presumiendo y prometiendo que no pactaría con filo-terroristas e independentistas. Un Gobierno que cambia de opinión de un día para otro; que sólo acierta cuando rectifica; que toma decisiones irresponsables y caprichosas, sin que lo sepa algunos de sus miembros; un Gobierno fracturado, por intereses ideológicos aberrantes, enfrascados en guerrillas personales e intereses espurios.

Desde hace unas semanas, ese sonido insistente de las cacerolas retumban en los oídos y en las conciencias de nuestros dirigentes y gobernantes, les distorsiona su falsa realidad virtual que quieren vendernos a través de sus terminales mediáticas. Estos lacayos informativos al servicio del poder se encargan de ridiculizar (cayetanos, ricachones o fachas) las caceroladas del pueblo, indignado que ha perdido su trabajo o cerrado su negocio ante la desfachatez de sus gestores, la torpeza infinita de la gestión sanitaria —más de 40.000 muertos que no reconocen y 50.000 sanitarios infectados— y económica —miles de empresas cierran y ya hay colas de ciudadanos mendigando alimentos— mientras el Gobierno trata de echarle la culpa a cualquiera para eludir su indecente irresponsabilidad por sus errores.

Dado que no existe posibilidad de plantear una moción de censura ganadora contra este Gobierno desleal tampoco este PSOE cobarde en minoría planteará elecciones; dado que sus socios políticos de investidura le tienen secuestrado y es víctima del chantaje independentista, la rapiña del PNV y de los herederos de ETA; dado que los enemigos de España están en connivencia para derribar nuestro sistema constitucional para convertirse en un grupo de repúblicas bananeras o reinos de Taifas, o lo que sería peor, que nos parezcamos a la actual Venezuela que pretenden los podemitas; dado que los ciudadanos estamos atados de pies y manos con el abuso de «El estado de alerta»; nuestro único recurso para expulsar del poder a estos grotescos patanes, sería un clamor social que sea imposible de mitigar por los poderes fácticos, que las caceroladas sigan creciendo y expandiéndose hasta el último rincón de nuestro gran país.

Que los dirigentes autonómicos y locales también se sientan aludidos por los incómodos sonidos de la protesta y se postulen con el pueblo para desautorizar y censurar a sus prebostes dirigentes del partido que los sostienen. Si el pueblo humilde y trabajador, que son la mayoría de los españoles, se lo propone no habrá oportunista ni zascandil que pueda soportar dicho clamor social.