Un argentino que se enamoró de Barcelona y acabó gobernando Barcelona, Gerardo Pisarello

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EFE – Hijo de un abogado de presos políticos asesinado durante la dictadura argentina, Gerardo Pisarello se fascinó en su Tucumán natal con la Barcelona libertaria de los libros de Historia sin imaginar que un día gobernaría la ciudad, desde donde pide que Europa se fije en América Latina para salir de la crisis. Pisarello (Tucumán, 1970) es el primer argentino que desempeña el cargo de primer teniente de alcalde de Barcelona, después de la victoria de la activista Ada Colau, de la plataforma BComú, en las elecciones municipales del pasado 24 de mayo.

«Crecí en una dictadura, en una sociedad conservadora», recuerda hoy Pisarello, a quien le brillan los ojos al revivir su llegada a Barcelona, en 2001, cuando la capital catalana era uno de los epicentros europeos en contra de la Guerra de Iraq: «fue un amor a primera vista».

En una entrevista con Efe este miércoles 12 de agosto 2015, Pisarello ha explicado que cuando de adolescente devoraba libros de Historia se sintió rápidamente fascinado por la Barcelona previa a la Guerra Civil, una ciudad con una tradición rebelde que veía inspiradora, abierta y libertaria, cuna de anarquistas y de las Brigadas Internacionales.

Su infancia en Tucumán la recuerda con luces, sobre todo por el cariño de su madre y del ‘clan de mujeres’ que gobernaba su familia, y con sombras, por las vicisitudes que tuvo que sufrir su padre, una abogado que durante la época de revueltas estudiantiles defendió a numerosos presos políticos, lo que le comportó persecución política, que lanzaran bombas a la puerta de su casa y, finalmente, que fuera secuestrado y asesinado.

«Crecí en una dictadura, en una sociedad conservadora», recuerda hoy Pisarello, a quien le brillan los ojos al revivir su llegada a Barcelona, en 2001, cuando la capital catalana era uno de los epicentros europeos en contra de la Guerra de Iraq: «fue un amor a primera vista».

Para Pisarello, llegar a Barcelona, una ciudad abierta al mar -Tucumán es ciudad de montaña y ver el mar suponía para él una «odisea»- fue como «una revancha de lo que la Dictadura Argentina» le había quitado. Su salto de Tucumán, ciudad con la que sigue estrechamente unido porque su familia permanece allí, a España fue primero vía Madrid, donde prosiguió sus estudios en Derecho viviendo en barrios populares como Fuenlabrada y Vallecas.

«No me olvido de donde vengo. Para el gobierno de Barcelona será central la cuestión migratoria», ha apuntado Pisarello, preocupado porque la crisis ha creado un «caldo de cultivo» que cree que podría facilitar el auge de la xenofobia.

Cuando estaba en Madrid y le propusieron ir a Barcelona a dar clases de Derecho Constitucional, no se lo pensó dos veces. Al poco tiempo estaba plenamente integrado, hablaba catalán, tenía una pareja barcelonesa y se implicó activamente en política, siguiendo su tradición familiar de comprometerse con la cuestión pública. Tras llegar a la alcaldía de Barcelona junto a la candidatura de Ada Colau, Pisarello ha corroborado desde el poder que «cuando se intentan remover privilegios se pueden generar resistencias».

Para vencer estas resistencias, admite, no existe más camino que la perseverancia, la pedagogía y propugnar medidas de sentido común que puedan ser asumidas por la mayoría, con «conquistas civilizatorias» que rebasen el partidismo. Desde que ejerce como vicealcalde de Barcelona, Pisarello ha podido comprobar que en Argentina ha habido «reacciones de orgullo» por su ascenso, ya que considera que la llegada del primer latinoamericano a un puesto de poder tan alto en Barcelona, junto con la elección de una alcaldesa «de origen popular», como Colau, son el reflejo de «un momento de cambio muy importante», en Cataluña, España y Europa.

«No me olvido de donde vengo. Para el gobierno de Barcelona será central la cuestión migratoria», ha apuntado Pisarello, preocupado porque la crisis ha creado un «caldo de cultivo» que cree que podría facilitar el auge de la xenofobia. Pisarello vivió de cerca la crisis económica que azotó América Latina hace unos quince años, a su juicio propiciada, al igual que la que ahora atraviesa Europa, por las políticas neoliberales «que producen desigualdad y provocan exclusión social».

Por este motivo, ha pedido que los ciudadanos europeos tomen nota del «fracaso» de este modelo neoliberal y apuesten por un nuevo marco como el que se ha imprimido «con luces y sombras» en algunos países latinoamericanos, en el que ha primado la defensa de lo público en detrimento de las privatizaciones «indiscriminadas» y se ha impulsado el reconocimiento de derechos sociales básicos.

«América Latina es un espejo en el que Europa haría bien en mirarse. Es importante que Europa abandone una cierta arrogancia que ha tenido históricamente y esté más dispuesta a aprender del sur. No quiere decir copiar de manera mimética nada, sino fijarse en otras experiencias, que también nos están pasando aquí a nosotros ahora mismo, y para lo cual no podemos fijarnos en recetas del pasado que se han demostrado desastrosas», ha planteado.