Ana María Torrijos: «Lo que está triunfando en el foro político-social es el concepto modernidad»

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Ana María Torrijos Lo que está triunfando en el foro político.

Lo que está triunfando en el foro político-social es el concepto de MODERNIDAD, y todo aquello que no se ajusta al formato, diseñado para visualizar lo que la palabrita quiere decir, se retira a un lado por considerarlo obsoleto y anticuado. Por eso es necesario una breve recapitulación ante el significado de los términos que forman nuestro vocabulario.

Modernidad puede interpretarse como todo lo que es nuevo, sin otro criterio que el de actualidad, frente a tradición. Enorme error si apoyamos nuestros proyectos exclusivamente en ese sentido.

La persona no puede renunciar a los valores y conocimientos heredados a lo largo de los siglos, porque las opciones, creencias y costumbres le han permitido llegar al presente, un presente repleto de vaivenes que encuentra en el pasado, en la experiencia adquirida, la plataforma para lanzarse al futuro. Lo que fue, lo que es y lo que será, siempre van unidos a la existencia humana: memoria, renovación y expectativas.

Nuestras fuerzas políticas están en una carrera alocada en búsqueda de líderes, dentro de ese plan de, Modernidad, sin haber estudiado la coyuntura en la que estamos, el porqué estamos y por quién estamos; conclusión, sólo han considerado la interpretación superficial, ligera y poco profunda del concepto –rejuvenecer la plantilla-, candidato o candidata joven, bien parecido, cliente asiduo de una sofisticada peluquería; ejemplo de la importancia que han dado al término en la vertiente de apariencia, de simple estética, es que, hasta una líder de izquierdas, Tania Sánchez, ha emprendido un negocio cuyo motivo único es orientar en belleza y mejorar la compostura, llamado «Pecados Capitales», por cierto, con financiación pública. Resultados muy eficaces, basta con enfrentar dos instantáneas de la candidata, la que mostraba en sus primeras incursiones ante las cámaras televisivas, apariencia sencilla, con la que se exhibió en sus últimas intervenciones.

Se ha descartado con un chasquido de dedos a toda persona de cierta edad ya que ahora, prevalece la juventud aunque el joven esté falto de experiencia. Tertulias y programas audiovisuales, cuyo tema central es la política, son abundantes… hemos pasado de la reflexión al espectáculo.

Los ciudadanos piden innovar, buscar una solución más eficiente a los problemas que les preocupan, regenerar lo que requiere una transformación profunda en estructuras y comportamientos, pero otra vez, «los padres de la patria», pretenden evitar hacerlo y convencernos a través de esos cambios de imagen, maniquíes fotogénicos, pero con la intención de ir tirando otros treinta años más.

La Modernidad ha llegado también a la escuela al huir de ella, los dos pilares que sustentaban el grandioso monumento de la enseñanza, la autoridad y el legado cultural. El igualitarismo es la panacea para los pedagogos modernos: todos somos colegas, mal avenidos o no, ¡qué importa!, somos colegas. Un igualitarismo asfixiante que fractura el respeto debido a quien transmite conocimientos, a quien tiene la responsabilidad de instruir.

Conseguido el tuteo dominante, pasamos a una segunda fase de ingeniería, adaptar el currículo a la capacidad de cada alumno. Así los contenidos densos y los que requieren un nivel de razonamiento concreto, que supera a ciertos alumnos en las etapas de Bachillerato, insisto por esa adaptación, método engañoso, los contenidos son rebajados en su nivel de exigencia, y a partir de ahí la calidad en la enseñanza se derrumba a sus grados más bajos.

La disciplina, entendida como doctrina, acostumbrar a la obediencia, método, norma de vida, no está en las clases, lo que origina lances violentos, y aunque el alumno, en la etapa obligatoria, no entienda, no estudie, no responda en los exámenes –progresa adecuadamente- y el fracaso escolar va en aumento. Con un plan de estudios que apoye al profesorado, el esfuerzo personal, los contenidos con informaciones universales no particularismos, podremos enderezar la formación de nuestros jóvenes, destinados a dirigir el ámbito laboral, económico y político.

Un año repleto de elecciones nos brinda la oportunidad de ordenar el panorama. Pensemos con tranquilidad. ¿Hemos fallado en algo? ¿con el voto o con el desinterés mostrado por nuestras obligaciones como ciudadanos?

Sin pataletas, sin revanchas, ni utopías, sólo con realidades y fuerza interior, saldremos adelante.

Ana María Torrijos