Musulmanes de Algeciras tras el atentado islamista contra los españoles por cristianos: «El islam es paz»

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FOTOGRAFÍA. ALGECIRAS (ESPAÑA), 26.12023. Dos mujeres colocan una vela en el sitio donde el terrorista yihadista e inmigrante ilegal marroquí en España desde 2019, Yasin Kanza (Yassine Kanjaa), asesinó al sacristán Diego Valencia de la iglesia de la Palma en Algeciras (Cádiz) en la noche de ayer a gritos de "muerte a los cristianos" y "Ala es grande", tras dejar mal heridos a varios cristianos en las iglesias de la zona. Efe

Lasvocesdelpueblo y Agencias.-Algeciras (España), jueves 26 de enero de 2023. El ataque a dos iglesias de Algeciras (Cádiz) en el que murió un sacristán y resultaron heridas cuatro personas, entre ellas un sacerdote, ha conmocionado a la ciudad, especialmente a su abundante e histórica comunidad musulmana.

«Esto es muy triste, y ensucia nuestra imagen. Nuestro libro sagrado dice que nadie puede matar. Para nosotros Dios da la vida y nadie tiene derecho a quitarla. Eso es lo que dice el islam, el islam es paz. El chico que ha hecho esto no conoce el islam, él es otra víctima más, los culpables son los cabecillas (yihadistas) que lavan el cerebro de personas como él», decía a Efe un marroquí de 36 años residente en Algeciras desde hace décadas.

Él, como otros miembros de la comunidad y como cientos de algecireños, ha acudido este mediodía a la Plaza Alta para guardar cinco minutos de silencio en memoria del fallecido y en repulsa del atentado que sorprendió en la tarde de ayer a una ciudad vecina de Marruecos y en la que residen y conviven pacíficamente unos 12.000 musulmanes.

«No al terrorismo, no al odio. Sí a la humanidad y al amor», expresaba en una cartulina una mujer marroquí en la misma concentración con los ojos llorosos.

La comunidad musulmana de Algeciras entiende tan poco lo sucedido ayer como el resto de vecinos de la ciudad. Y hoy ha necesitado dar un paso al frente y dejar claro que no quieren ser juzgados por lo que ha hecho un joven de 25 años al que casi nadie conocía en la ciudad.

«Esta mañana mientras iban al instituto mis hijos, de 13 y 17 años, leían en su instagram frases como ‘musulmanes de mierda'», explicaba a Efe en la puerta de una mezquita del barrio de Saladillo, Hichami Elsaaouanv, de 43 años y con más de tres décadas de residencia en Algeciras.

«Yo no me explico lo que ha hecho este chico, es de locos», insistía.

Driss Mohamed, portavoz de la comunidad musulmana campo de Gibraltar, ha «condenado rotundamente» el asesinato y ha pedido que este suceso «no ponga en tela de juicio el clima de convivencia y hermandad» que hay en Algeciras.

«Aquí hay familias mixtas, de cristianos y musulmanes. Nos sentimos muy doloridos», contaba.

Yasin Kanza, que entró en España de manera irregular en 2019 y desde el pasado mes de junio tenía pendiente su expulsión, vivía junto a otros dos chicos en una casa en ruinas ubicada en la confluencia entre las calles Sevilla y Libertad.

Desde allí, donde hoy no había nadie, ayer por la tarde subió primero la cuesta para llegar a la iglesia de San Isidro, donde atacó con su gran machete al párroco Antonio Rodríguez, que en ese momento celebraba una eucaristía y quedó herido, y después la bajó para llegar a la Iglesia Nuestra Señora de la Palma y atacar con su machete al sacristán Diego Valencia, al que remató mortalmente en el exterior del templo.

Hirió a otras tres personas, incluso golpeó a un chico magrebí que se encontró en su camino, dicen los vecinos.

Pero antes de que hiciera esto y de que su imagen, vestido con una chilaba negra y portando un gran machete, o, casi sonriente, sentando tras su detención, circulara en vídeos y fotos por todas las televisiones, pocos en la calle donde vivía habían reparado en él.

Entre los pocos vecinos que le reconoció, está el tendero de un establecimiento de alimentación ubicado en las cercanías de la vivienda en ruinas y al que Yasin Kanka acudía desde hace varios meses de vez en cuando a comprar latas de conserva o refrescos.

«Cuando ayer vi su foto me sorprendió, no me esperaba que fuera capaz de hacer eso», contaba este jueves el tendero.

«Es muy callado, risueño, a veces no entendía lo que decía porque no domina el español, nunca le he visto un gesto raro», explica.

Nunca pensó que fuera una persona capaz de coger un machete de grandes dimensiones y atacar a las personas que encontraba, como hizo ayer.