Orejas al buen oficio de Eugenio de Mora y Morenito de aranda

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Los diestros Eugenio de Mora y Morenito de Aranda cortaron sendas orejas en la corrida de hoy de la feria de San Isidro, de Madrid, en la que lograron sacar partido de lotes de escaso juego gracias a un notable y bien desarrollado oficio. FICHA DEL FESTEJO: Cuatro toros de Valdefresno, muy desiguales de volumen y peso, en conjunto muy escasos de raza y de fuerzas. Dos de ellos fueron devueltos -por flojo uno y por romperse una mano el otro- y sustituidos por sobreros de Hnos. Revesado(3º), bien presentado y deslucido, y El Risco (5º), manejable pero afligido, informa efe.

Eugenio de Mora: pinchazo, estocada caída y tres descabellos (ovación tras aviso); estocada trasera desprendida (oreja). Morenito de Aranda: estocada honda atravesada y desprendida (ovación tras aviso); estocada desprendida trasera (oreja tras aviso). Arturo Saldívar: estocada caída delantera y descabello (silencio); estocada trasera desprendida (silencio). Entre las cuadrillas, destacó la brega de Víctor Hugo Saugar con el sexto. David Adalid saludó tras banderillear al quinto. La plaza de Las Ventas se cubrió en más de las tres cuartas partes de su aforo, en la tercera corrida del abono de San Isidro.

Bastante poco

No de un pozo seco pero sí de depósitos de bravura casi vacíos sacaron agua hoy en Las Ventas Eugenio de Mora y Morenito de Aranda. Con inteligencia, habilidad y oficio, ambos toreros lograron aprovechar las muy escasas posibilidades de triunfo que les ofrecieron unos lotes de toros sin apenas raza ni fuerzas. Así fue como ambos cortaron finalmente sendas orejas, no sin algunas protestas, que supieron más a premio al conjunto de su actuación en la corrida que a las faenas en concreto por las que las recibieron.

El primer trofeo lo obtuvo De Mora del cuarto de la tarde, uno de los de más peso del encierro pero que, como todos sus hermanos de Valdefresno, tuvo la casta y las energías medidas con cuentagotas. Después de abrir faena con las dos rodillas en tierra, el toledano supo mantener el interés del público más allá de la desgana del animal por embestir por derecho, en una labor en la que dominó tanto la escena como la técnica.

La oreja concedida fue protestada por la defectuosa colocación de la espada, pero, con uno público siempre a favor, vino a premiar su solvente actuación con ambos toros, ya que el trasteo que le hizo al primero, mal rematado con la espada, tuvo mayor peso y mérito que el que le valió la oreja. Con ese que abrió plaza se vio mejor la dimensión del oficio de Eugenio de Mora, que, paciente e inteligente, dándole sitio y espacios a un animal de poco gas y celo, llegó incluso a ligar alguna buena y templada serie de naturales.

La oreja de Morenito de Aranda llegó en el quinto, una vez que el torero burgalés se viera obligado al finalizar el paseíllo a saludar una fuerte ovación en recuerdo a su salida a hombros de esta misma plaza el pasado 2 de mayo. Morenito, también a favor de obra y siempre con voluntad de asentarse a la verónica, le hizo una faena entonada y aparente a un sobrero de El Risco al que no pudo exigir mayores esfuerzos, por flojo y desfondado. Fue con habilidad y buen pulso, y cerrando cada una de las tandas de livianos muletazos con excelentes pases de pecho, como el de Aranda de Duero mantuvo el interés del tendido hasta la petición del trofeo.

También con el toro anterior, al que recibió a portagayola, Morenito había estado entonado, sacándole partido a la escasa docena de nobles arrancadas que tuvo el de Valdefresno antes de irse rajado a la puerta de chiqueros. El mexicano Arturo Saldívar lidió en tercer turno un sobrero cinqueño de Hermanos Revesado que no desentonó del conjunto ganadero, ya que se afligió a las primeras de cambio, mientras que el sexto, que pesó cien kilos más que su primero devuelto, tuvo un comportamiento similar, al venirse completamente abajo tras un esperanzador inicio.

Con ambos astados mantuvo el torero mexicano una misma actitud de voluntariosa entrega, por la que tuvo fases estimables de toreo, pero no las suficientes como para hacerse con otro de los generosos trofeos concedidos.