Torrijos: «España no es moneda de cambio ante cualquier cambalache propuesto», ‘Políticos Honestos’

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Ana María Torrijos, Foto archivo Joseph A. / 'Lasvocesdelpueblo
Ana María Torrijos, Foto archivo Joseph A. / ‘Lasvocesdelpueblo

En su carta abierta a la sociedad española titulada ‘Políticos Honestos’, la madre de familia catalana, Ana María Torrijos, asegura: «España no es moneda de cambio ante cualquier cambalache propuesto», y reclama «eliminar la partitocracia de los ámbitos que no le corresponda y denunciar para que se juzgue en los tribunales, los malos usos que han deteriorado con profundidad la democracia» española. Explica Torrijos en su nueva carta que les reproducimos íntegramente, a continuación.

‘Políticos Honestos’

Al brindar en la mesa familiar durante las pasadas fiestas y desearnos «una mañana mejor» me percaté al instante de que esas frases tan breves como profundas no bastaba que se dieran entre los que estábamos allí, todo lo contrario debían propagarse por el aire para que su eco alcanzase todos los lugares de nuestra geografía y así, fortalecer a cuantos les llegase del mismo modo que en plena sequía el agua esponja los abrasados terrenos y los prepara para la germinación del fruto.

Uno de los más ilustres antepasados de la cultura occidental, el filósofo Sócrates, dijo en su momento histórico «una vida sin examen no tiene objeto vivirla». Si traspasamos la sentencia al momento actual, se constata que se ha dejado en la orilla del día a día afirmaciones valiosas iguales que están por no tenerlas de referente ético ante los comunicados y las acciones de los que dirigen las instituciones. La falta de análisis interior de nuestra conciencia, sentimientos y pensamientos nos impide intentar librarnos del lastre que nos han cargado a las espaldas y nos lanza a iniciar la senda de la destrucción como colectivo.

No nos creímos que éramos los impulsores de un plan de gobierno y delegamos la dirección de nuestro presente pero, también, de nuestro futuro. Por eso la aparición de grietas amenazadoras hasta llegar a ser riesgo de derrumbe pone al límite nuestra acción común. Para comprender el planteamiento, el proceso a seguir y las tácticas a realizar sólo basta estar presente en todas aquellas experiencias que la vida misma nos ofrece, este aprendizaje nos ilustra para entender la viabilidad de los planes que nos presentan o nos proponen; llegado ese momento cabe autorizar la dirección, eso sí, pendientes de cualquier desafío negativo que aparezca, con rapidez cambiar el liderazgo de la realidad política.

Regenerar es el verbo a conjugar ahora, por lo que es prioritario abandonar el papel secundario de simples espectadores en el teatro de la vida social y fundirnos en el del protagonista, será cuando en la escena bien iluminada con potentes focos elegiremos sin intermediarios a quien creamos de valía como presidente, diputado, alcalde o concejal y resaltaremos con lucidez el estilo de vida anhelando para desarrollar nuestra sensibilidad, nuestras ideas y nuestros comportamientos.

Las reformas requeridas en las instituciones, necesitan opciones políticas que no hayan colaborado en la corrupción y en el deterioro minucioso a tiempos pactados del marco constitucional, por ser esos partidos implicados, esclavos de los muchos compromisos adquiridos en direcciones generales, consejos de administración y otros cargos de confianza, componentes del coro imprescindible en los entreactos de la obra teatral, callados cuando los actores de reparto, los políticos, hablan con retórica, y participantes en el discurso durante el silencio de sus benefactores para deleite informativo del público, los ciudadanos.

Toda una farsa que desmontaremos cuando políticos de nueva factura consideren que un servidor público ha de ser honesto en todas sus decisiones, incluso que prioricen los intereses de las personas, que crean en la justicia independiente y que se ilusionen por la Nación española, un país que no es moneda de cambio ante cualquier cambalache propuesto. Políticos con estas cualidades deseadas no pueden ser los que se han mostrado dispuestos durante años a cualquier oferta fraudulenta mientras le engrosasen sus bolsillos personales o del partido.

Después de estas premisas mencionadas, la conclusión es firme: la crisis económica no puede recaer casi en exclusividad sobre el presupuesto de los ciudadanos, ya que hay un campo muy amplio de actuación en reestructurar el Estado y reducir el número de departamentos con su correspondiente personal de confianza (amigos, familiares…), desde el gobierno nacional hasta el autonómico y el local.

Queremos, debemos trabajar y colaborar en la recuperación económica y moral de nuestro país, pero antes, eliminar la Partitocracia de los ámbitos que no le corresponda y denunciar para que se juzgue en los tribunales, los malos usos que han deteriorado con profundidad la democracia. Un puntal político-administrativo bien organizado con una dimensión conforme al peso de nuestro país es necesario, pero no un agujero negro que es a lo que ha llegado la maquinaria del Estado, y por cierto, está a punto de engullirnos y hacernos desaparecer.

Ana María Torrijos