Una Cataluña cerrada en sí misma, caciquil y cargada de odio al diferente

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Redacción – Cabe preguntarse en qué se ha convertido el sistema político que mejor en teoría trata la libertad. El nacionalismo ha sido y sigue siendo el principal causante de la profunda grieta abierta en la sociedad española, nuestra paz social está dañada, está generando personas robots dispuestas a seguir las ordenes, a creerse todas las narrativas que sus líderes les ofrezcan, les han eliminado su capacidad de réplica, de ser humildes, de no emplear términos ofensivos al que no encaja, charnegos, maquetos. (…) No importa el hecho en sí aunque esté falto de ética, ni porque dañe a la democracia y menos a los muchos niños y adolescentes que han sido materia prima para modelar una nueva Cataluña ajena a sus raíces, una Cataluña cerrada en sí misma, caciquil, cargada de odio al otro, al diferente. San Cugat del Vallés (Barcelona) España, jueves 26 de septiembre de 2019.

La escuela

Las aulas, los patios y los polideportivos han sido y serán el escenario de la vida educativa. Esa atalaya, compartida por sujetos activos, docentes y alumnos, propulsores del saber, receptores del mismo, tutela la convivencia, el desarrollo económico y el nivel cultural de la sociedad. Si con estas aportaciones no hubiere bastante, sumaríamos otra muy vital, la que permite alcanzar a través del estudio un puesto profesional, el que se desee y se pueda conseguir con habilidad y esfuerzo.

Responsabilidad, respeto a la dignidad del alumno, deben ser las consignas que marquen la acción del profesor y por parte del alumno el afán de aprender, contrastar y saber elegir. La consigna que ha de ser enarbolada, es alejar cualquier interferencia ajena a ofrecer conocimientos y medios para despertar interés por la sabiduría.

La democracia, que ha aportado un muy buen itinerario para facilitar gobiernos por medio de las urnas, sin alteración social, sin graves altercados, no ha propiciado la estabilidad requerida en el ámbito académico. No es el sistema político en sí el causante de este déficit, seríamos injustos si así lo afirmásemos, es la acción de los que, como servidores públicos salidos de las urnas, están obligados a defender la ley y no lo han hecho.

La escuela es el alma de un pueblo que aspira a la libertad y a la justicia, en ella se fomenta el estudio, la constancia, el esfuerzo, todos los valores que los individuos en particular y el conjunto de los ciudadanos necesitan para progresar.

Desde que se cedieron competencias educativas y los intereses sectarios de los nacionalismos impregnaron el proceso de aprendizaje, el delirio identitario, la inmersión lingüística obligatoria y la manipulación de la historia han dinamitado los esquemas en los que se debe acunar toda instrucción académica. La paz social ha dejado paso a la rotura de la convivencia, pero lo peor es que por ahora nadie, ningún político, presidente del gobierno ha intervenido para buscar soluciones. Los colectivos dañados con mejor o peor acierto a lo largo de bastantes años han revindicado el respeto a los derechos marcados en la Constitución, quejas que han sido obviadas por los que ostentan la responsabilidad institucional.

El secesionismo empujado por la irracionalidad que incuba, ha llegado a tal extremo de tergiversación del pasado y del presente, que ha alertado al mundo editorial, callado hasta estos instantes ante la barbarie cultural mostrada por la Generalidad catalana. Sus quejas fueron expuestas a los que dirigen los medios informativos y la noticia llegó a la ministra, señora Celáa [María Isabel Celaá Diéguez, una política y catedrática de enseñanza secundaria española, miembro del Partido Socialista de Euskadi-Euskadiko Ezkerra (PSOE) y actual portavoz del Gobierno de España y ministra de Educación y Formación Profesional del Gobierno de España]. Ella violentada por una supuesta dejadez de funciones e inmersa en campaña electoral, con voz engolada y rictus de mitin, anunció un encuentro de trabajo con ese sector. Y la sorpresa fue mayúscula cuando ella y el responsable de la Asociación Nacional de editores de libros negaron las imposiciones sectarias, grotescas y fraudulentas dictadas por las Comunidades Autónomas en los textos de Geografía e Historia, libros escolares de los distintos niveles educativos. Una verdad constatada por muchos padres y profesores a lo largo de las legislaturas habidas, ahora negada por estos interlocutores.

No importa el hecho en sí aunque esté falto de ética, ni porque dañe a la democracia y menos a los muchos niños y adolescentes que han sido materia prima para modelar una nueva Cataluña ajena a sus raíces, una Cataluña cerrada en sí misma, caciquil, cargada de odio al otro, al diferente. Lo prioritario es retener el poder, caja de Pandora para todos los enchufados, familiares o amigos que viven del erario público y muchos de ellos sin preparación alguna para el cargo que se les asigna.

Cabe preguntarse en qué se ha convertido el sistema político que mejor en teoría trata la libertad. El nacionalismo ha sido y sigue siendo el principal causante de la profunda grieta abierta en la sociedad española, nuestra paz social está dañada, está generando personas robots dispuestas a seguir las ordenes, a creerse todas las narrativas que sus líderes les ofrezcan, les han eliminado su capacidad de réplica, de ser humildes, de no emplear términos ofensivos al que no encaja, charnegos, maquetos.

La alerta para poner los pilares de una renovada andadura está ahí, en las palabras de la ministra «Los libros de texto no contienen ningún tipo de adoctrinamiento». Las posibles elecciones pueden ser esa oportunidad, la mentira en un gobernante le hace merecedor de excluirle del poder.

Ana María Torrijos