Ana María Torrijos: «ninguna lengua es el problema; la rueda del tiempo se hizo historia y las lenguas se sucedieron»

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Ana María Torrijos Hernández

La licenciada en Filología Clásica y madre de familia catalana , Ana María Torrijos Hernández, declara en su carta semanal: «Los homínidos a medida que articularon sonidos para comunicarse se fueron haciendo humanos y desde entonces la rueda del tiempo se hizo Historia y las lenguas se sucedieron. Al desaparecer la Hispania romana, las lenguas romances, por evolución, surgieron y se desarrollaron a lo ancho de la Península Ibérica.

Los albores de la Edad Moderna hicieron que una de esas lenguas, el castellano, se afianzase como lengua franca por su situación de arraigo territorial, amplia extensión y mayor número de población que la hablaba -a todos los peninsulares les sirvió para relacionarse, entenderse y comerciar-. Desde hace siglos el devenir le ha concedido a Cataluña dos medios de comunicación, el catalán y el castellano, exponente es que muchos de sus ilustres escritores eligieron en su creación literaria una u otra en exclusividad o compartieron ambas.

El decreto de inmersión lingüística del año 1992, implantado en las primeras etapas educativas por el Gobierno de la Generalidad, excluyó de la enseñanza a una de ellas, el castellano, por no permitir que fuera  también lengua vehicular.

Son varias las sentencias del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña que obligan al Poder Ejecutivo catalán  a rectificar, y aún hoy día no hay respuesta  seria de acato. Los padres tienen todo el derecho a elegir la lengua en la que deseen educar a sus hijos, la UNESCO y la Constitución avalan esta afirmación.

 Por eso, como sociedad bilingüe, según la Ley a los ciudadanos se les debe ofrecer idénticos derechos educativos, y de uso en las instituciones u organismos públicos, y facilitar en el ámbito social e individual elegir la lengua que deseen usar. Un ciudadano español para visitar o vivir en cualquier territorio que configura el Estado no necesita «integrarse»  porque está  en su país, luego la convivencia propiciará recibir o dar para enriquecernos todos

Ana Maria Torrijos