Indultos: la teoría del músculo

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Redacción.- España, miércoles 23 de junio de 2021. Más filosofía del Derecho, que Derecho constitucional o positivo, queda hacer, expresando sensaciones como jurista, ante los indultos. La sensación es de cierta derrota y de cierta humillación. De que incluso el político Junqueras tiene razón cuando dice que el indulto es muestra de la debilidad del Estado español. El problema de fondo de los indultos parte en efecto de la especial debilidad del Estado, en el exterior y hacia el interior. Hemos construido un sistema jurídico a base de debilitar al Estado. Los indultos es una muestra más. El quid más bien debería estar en empezar a tomar decisiones importantes, de profunda reforma constitucional, para fortalecer al Estado, volviendo al modelo francés. De lo contrario, el separatismo irá avanzando al paso que el Estado será cada vez más débil. Los indultos es más de lo mismo. No es nada nuevo. Todavía hablamos de progreso… y lo único que hemos creado desde hace décadas es un Estado de adeptos al separatismo. ¿Y cuando todos en Cataluña, y no solo el cincuenta por ciento, se integren bajo la política dominante «de la integración»? El caso es que, según aumenta dicha política, más desaparece el constitucionalismo. Pero el objetivo se ha logrado: la derecha constitucionalista desaparece en ciertos territorios. Todos felices. Lo importante es que estos partidos tengan menos votos que ERC… No solo obtienen la victoria de los indultos. Han ganado incluso la batalla de la imagen. Y es que, en el Estado español, llega a tener mejor imagen un separatista que una persona de derechas que defienda los valores unitarios. No hay más que observar el trato de los medios hacia unos y hacia otros.

Lo peor es el mal estilo, de ese otro lado, siempre amenazante, o de prepotencia continuada. Lo peor es observar que esto funciona. El Derecho… depende. El otro día decía un político de la CUP que ellos no cumplían las sentencias porque «había músculo». Esto significa «conseguir un grupo de alborotadores y hacerte respetar». Sale entonces rentable la amenaza. Todo esto, así como los indultos, es peligroso porque se crea una dinámica contagiosa en otros posibles ámbitos de la vida ordinaria. Es tentador montar grupos de presión, por ser más rentable que acudir a las vías legales. Estas formas de proceder tienen sus efectos contagiosos: el justiciable se extralimitará en el ejercicio de los medios de defensa, el alumno presionará al profesor a sabiendas de que los órganos de gobierno universitarios pueden dar la razón a quien amenaza y se hace fuerte, etc. Todos estos son ejemplos de los efectos indirectos de este tipo de acciones. A salvo del «mediático», solo quien amenaza es oído. El mal gusto triunfa. Se genera un estilo social de persona de bajo perfil cuyas amenazas valen por el hecho de que tiene un grupo detrás que vota estas formas o tendencias.

En fin, un futuro triste para el Derecho. Vivimos en un país donde se acepta mejor el indulto a favor de un separatista, que a favor de un político de otro signo. Vivimos un país donde puede ser mayor enemigo la derecha liberal que un independentista. Un país donde está bien visto (como progresista) pasear una bandera tricolor anticonstitucional y no está bien visto llevar la bandera constitucional. Sigamos así, haciendo «patria». Al final independencia y humillación. Sigamos patrocinando al opuesto. Y dando premios e indultos a separatistas, para ver si se contentan. Mientras tanto, usted trabaje. Use el Derecho, pese a que lo importante pasa a ser «tener músculo». Y tener modos y maneras de prepotente. Y hablar con desprecio al perdón mismo de quienes te lo otorgan. Sigamos creando separatistas. ¿El indulto? Pues que quieren que uno diga… Ya en este contexto social, pues quizás sea hasta lo mejor. Al menos tiene lógica.

La fuerza pasa a estar en el anti-estado. Cuanto más, mayor fuerza. ¿Y mañana qué? Más independencia de bajo estilo. Eso sí, mientras escribo esto, me llega una de las acostumbradas noticias jurídicas, de sentencias del Tribunal de Derechos Humanos que reza algo así como que se admite el recurso de Tasio Erkizia. Solo personas así acceden a la justicia. Vaya usted al Tribunal Supremo o al Tribunal de Estrasburgo y la respuesta será en cambio de «inadmisión». Cometa usted un delito y será juzgado, pero para usted no habrá indulto. Salvo que desarrolle músculo. Qué peligro. ¡Y viva lo mediático!

Incluso en una lógica política, el indulto tendría sentido solo si tuviera como objeto cerrar un pacto estable. Carece de sentido otorgar indultos, a cambio de no conseguir cerrar un acuerdo. Nos quieren convencer sobre la verdad de las identidades propias. Al final no solo derrotados, nos creeremos una mentira creada a base de ser débiles. Curioso fenómeno.