La juez concluye que es «imposible» la búsqueda de Tomás y Anna Gimeno

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FOTOGRAFÍA. SANTA CRUZ DE TENERIFE (ESPAÑA), 11.06.2021. Un millar de personas se concentraron este viernes en la plaza de La Candelaria de Santa Cruz de Tenerife como repulsa por la muerte de la niña Olivia, de seis años, que junto a su hermana Anna de 1 año fue presuntamente secuestrada por su padre. Efe

Efe.- Santa Cruz de Tenerife (España), miércoles 30 de junio de 2021. La titular de Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 2 de Santa Cruz de Tenerife permitirá en los próximos días el cese de la búsqueda, por parte del buque oceanográfico Ángeles Alvariño, de Tomás y Anna Gimeno, al concluir que es «imposible» seguir con estas labores.

A esta conclusión también ha llegado el responsable de operaciones de la embarcación, cedida para la investigación del caso por el Instituto Español de Oceanografía, debido a lo escarpado del terreno submarino que se está rastreando, informan fuentes del Tribunal Superior de Justicia de Canarias.

En dicho informe, el responsable de operaciones del barco califica de «completamente inabordable» la exploración en la zona en donde podrían localizarse nuevos resultados.

Los investigadores temen que dadas las corrientes submarinas «no se puede asegurar que un cuerpo lastrado con un cinturón de buceo no se desplazaría rodando pudiendo llegar a un lugar no determinado y, por tanto, fuera de la capacidad de búsqueda de que disponemos».

El Ángeles Alvariño lleva un mes en Tenerife, tiempo en el que con la ayuda de un sonar de barrido lateral y un robot no tripulado localizó y recuperó el cadáver de una de las hijas de Tomás Gimeno, Olivia, dentro de un bolso de deporte lastrado al ancla de su embarcación.

Junto a ese bolso había otro de similares características en el que supuestamente el padre introdujo el cuerpo de la más pequeña de sus hijas, Anna, pero estaba rajado y vacío.

Tras ese hallazgo, el pasado 10 de junio, el Ángeles Alvariño encontró dos botellas de oxígeno en una zona más alejada, donde los investigadores sospechan que Tomás Gimeno se arrojó al mar para suicidarse.

Según pudo comprobar la Guardia Civil en el marco de sus pesquisas, en «la larga deriva» de la lancha del supuesto filicida tras la pérdida de señal de su móvil, durante un corto periodo de tiempo sus motores volvieron a funcionar y realizó una navegación de unos tres minutos.

El informe remitido a la juez detalla que el punto donde paró de nuevo los motores se convirtió en el más probable donde Tomás podría haberse arrojado al mar, y es a partir del mismo por el que se fijó una nueva área de búsqueda, de unos 500 metros.

En esa zona, el robot submarino Liropus 2000 hizo 176 líneas y tránsitos con una distancia total recorrida de 60.006 metros y una superficie explorada de 611.903 metros cuadrados, que posteriormente se amplió a ambos lados.

Fue entonces cuando se produjo el hallazgo de dos ‘biberones’ de buceo que pertenecían a Tomás Gimeno.

Se trata de un tipo de botellas da un suministro de aire muy limitado.

Los investigadores especulan con que el padre las utilizara en su intento de suicidio para asegurarse que alcanzaba la profundidad necesaria para no tener vuelta atrás.

En torno a la zona del hallazgo de estas dos botellas se establecieron líneas de búsqueda con cinco metros de separación las unas de las otras «para poder tener la certeza de que en la zona no quedó ningún objeto, por pequeño que fuera».

Se buscó también por si aparecía el cinturón de plomos que pudo haber utilizado Tomás Gimeno para lastrarse, «lo que confirmaría que quedó a la deriva, pero no pudo hallarse».

«Dadas las corrientes en el fondo, no se puede asegurar que un cuerpo lastrado con un cinturón de buceo no se desplazaría rodando pudiendo llegar a un lugar no determinado y, por tanto, fuera de la capacidad de búsqueda de que disponemos», concluye el informe del responsable de operaciones del Ángeles Alvariño.

A pesar de todo, el oceanográfico siguió buscando sobre la línea de deriva, unos 700 metros, y realizó 35 líneas perpendiculares a la misma con una separación de 20 metros, llegando a la conclusión de que el cadáver de Tomás Gimeno no se encuentra en esa zona «al cien por cien».

A partir de este punto, prosigue el informe trasladado a la juez, «el fondo cambia considerablemente pasando de ser una zona idónea para la búsqueda a todo lo contrario. Se convierte en una zona muy escarpada con gran cantidad de barrancos y grietas».

Pese a las circunstancias, el Ángeles Alvariño escudriñó esa zona y en dos ocasiones se produjeron «enganches serios» del cable umbilical que une al submarino con el barco con las rocas del fondo, y en una ocasión fue necesaria casi una hora para poder liberarse.

Aparte del «altísimo riesgo» de pérdida del robot submarino, cuyo coste superó el millón de euros, la orografía hace que la búsqueda sea «bastante menos eficaz», pues «por la cantidad de grietas y barrancos y la profundidad de los mismos, en ocasiones de centenares de metros, no nos permiten asegurar en absoluto que en las zonas ya miradas no esté el cuerpo de Tomás o algún otro objeto procedente de la embarcación».

Otra de las conclusiones a las que llega el informe del equipo del IEO es que «lo más probable» es que el presunto filicida saltara de su embarcación al mar en la zona donde fueron hallados los biberones y posteriormente lo arrastrase la corriente.

La longitud de la deriva se estima en 14 kilómetros y el avance de exploración del robot submarino sería de una línea perpendicular por hora en las mejores zonas, lo que equivale a 20 metros de avance por hora.

La exploración de esos 14 kilómetros de deriva con este método es «completamente inabordable», concluye el informe.

La juez señala que en vista de este informe y tras mantener una entrevista personal con el responsable de operaciones del buque y de la investigación por parte de la Guardia Civil «se ha llegado a una conclusión unánime, que es la imposibilidad de continuar con la labores de búsqueda».

Por ello, la instructora dictará en los próximos días resolución por la que autorizará al buque Ángeles Alvariño al cese de las actuales operaciones y pueda reincorporarse a las misiones científicas que tenía programadas, algunas de las cuales quedaron suspendidas al prolongar su colaboración en la investigación de este caso.