Las imágenes y los hechos acaecidos en el incidente en la tribuna de invitados durante la sesión del Parlament del 29 de octubre están siendo manipuladas hasta la saciedad en un ejercicio de cinismo y engaño escalofriantes.
Lo que sólo fue un saludo irónico a la presidenta Núria De Gispert al ordenar que fueran desalojados por aplaudir las intervenciones del PP y de C’s, intervenciones que también fueron aplaudidas en las propias bancadas -ojo-, se ha convertido nada menos que en «saludos falangistas por parte de un grupo de fascistas».
Si el compañero Miguel Bosch pretendía hacer el saludo romano, habrá que darle un cero patatero porque con los dedos separados va a ser que no.
Bosch fue el único en despedirse y gritar «¡Viva España! Visca Catalunya!», conque hablar de «un grupo de fascistas haciendo el saludo falangista» supone una enorme falsedad y manipulación, aparte de que sólo se ofrece la imagen en que dice «¡Viva España!» y se oculta la dedicada a Cataluña.
No habría pasado de anécdota si no fuese porque siguen machacando con sus embustes. Al día siguiente, esa señora que permite a miembros de la CUP y ICV alzar el puño durante sus intervenciones, declaró que Miguel Bosch tiene vetado el acceso al Parlament sine die «por la gravedad de los hechos, algo que no va a ser tolerado».
Los hechos que no deberían ser tolerados por su gravedad son los de mentira y manipulación en el Parlament por parte de su presidenta y de los medios afines a sueldo, esos que cobran sustanciosas subvenciones para publicar lo que les mandan.
Grave, muy grave, es atribuir a una persona algo totalmente falso y señalarla con el dedo públicamente. Se le llama calumnia y difamación. Esperar que se retracten y pidan disculpas es lo mismo que las ranas críen pelo porque la prepotencia funciona así.
Redacción – Teresa Coscojuela