El bien común, por Isidro García Getino

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FOTOGRAFÍA. PALACIO DE LA MONCLOA (GOBIERNO DEL REINO DE ESPAÑA), 14.01.2020. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (c), preside el primer Consejo de Ministros, celebrado este martes en el Palacio de la Moncloa. El jefe del Gobierno, Pedro Sánchez, ha comunicado este martes a su gabinete que las reuniones ordinarias de Consejo de Ministros "se programarán al comienzo de semana y no al final para anticipar y programar" los acontecimientos. Efe

¿Servir al «bien común» o «servirse de los bienes comunes»? ¿Cuál de las dos es la obligación del gobierno? Esa es hoy, ahora mismo, la cuestión social, política, nacional, actual, informativa y esencial que a España le preocupa.

Y no es un tema baladí; no, no, no y no; porque esos bienes comunes son nuestros dineros, de todos, no solo de ellos. Y no es lo mismo usarlos para lo que son, «el bien común» que usarlos para «sus bien engrasados cotarros2. Con dinero de todos engrasan sus chiringuitos votantes, multi-ministerios votantes, ultra-nepotismo votante, cayucos-invasores votantes, engañabobos votantes, fiscalía-cribadora votante, sociedad-abierta de Soros votante, colectivos «selectos» votantes, dedocracia votante, okupas votantes, etc., etc. votantes.

Con eso ya tenemos pagados y bien pagados unos milloncejos de votos que son «nuestro bien común». «El bien común» oculto, o sea, la política ocultista ha pasado a ser la ciencia de las ciencias políticas. Dominar esa ciencia sirve para manejar «mi bien común», sin necesidad de gobernar por «el bien común» que es más complicado.

Los ciudadanos padecemos de una gravísima necesidad de gobierno para «el bien común»; pero realmente es que no les queda tiempo para gobernar, les absorben tres temas: los muchísimos problemas de Estado y Constitucionales que no quieren resolver, «su bien común» y ponerse en desacuerdo. No hay horas en el día para trabajar en más que esos tres temas, lo de gobernar necesitaría días de 40 horas o más. Al fin y al cabo, cobramos lo mismo si trabajamos en gobernar o si lo hacemos para «nuestro bien común» particular y partidocular.

Por otro lado, el lado del pueblo, de la gente, de esos rebaños sin gobernanza, es muy fácil: Se les dicen unas cuantas chorradas tales como esa reciente, «España va a ser el faro de la resurrección del turismo» y eso se lo tragan unos cuantos miles. Las chorradas que como presiente suelto cada vez que me exhibo en público, son otros miles de votos. Les prometo seguir trabajando (es un decir) en favor de la enfermedad ELA, «porque debemos escucharos». Pues bien, al poco tiempo les soltamos la eutanasia y ya tienen la solución a su enfermedad, se la servimos en bandeja. Les decimos que hemos hecho un fantástico acuerdo con Gibraltar, y cuela. Hemos resuelto la pandemia «asesorados por expertos de extraordinaria calidad»; ¿cómo queda eso, eh? Hemos dicho que «no vamos a dejar a nadie atrás»; les ponemos a todos en la cola y ¡ya está!

Nosotros a divertirnos con problemas de Estado, el pueblo ya queda gobernado con esas patrañas y unas cuantas mentiras más que ruedan por los medios comprados. Los votos para próximas elecciones ya están bien pagados y nosotros ahora… ¡A vivir, disfrutar y mandar que eso es «el bien común»!

Corto y cambio

He hablado de cómo se promociona la ineptocracia que nos desgobierna. Maneja todo lo típico del fascismo con falacias democráticas. ¿No gobiernan porque no saben, no quieren o no pueden? La respuesta es simple, las tres cosas y una más ya mencionada: Tienen tantos conflictos estatales para entretenerse, que no les queda tiempo para gobernar, que es para lo que les pagamos. Y mientras tanto, al pueblo que le den morcilla en las colas del hambre.

«El bien común» lo tienen resuelto: la compra de millones de votos, los muchos fanáticos que les siguen, los cientos de miles de crédulos engañados por ignorantes o algo peor, todos los «altavoces» del reino bien engrasados (con los bienes comunes), y así sucesivamente.

La mentira triunfa más que «el cojo Manteca» (para los veteranos) o más que los «influencers» (para los jóvenes). Basta con una sola herramienta, muy eficaz para desgobernar, el martillo; ya que los ciudadanos son clavos (es algo que ya indicaba el científico A. Maslow en la Rusia del pasado).

Muchos, la mayoría de españoles nos preguntamos: ¿Dónde está «El bien común» como objetivo fundamental de todo gobierno?

Isidro García Getino