El feminismo consiste en que una mujer sea valorada por su intelecto y personalidad, no por el trozo de carne que conforme su exterior

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FOTOGRAFÍA. PARIS (FRANCIA), 01.12.2013. Cinco activistas del grupo feminista FEMEN orinaron hace dos días en París sobre varias fotos con el rostro del presidente ucraniano, Víctor Yanukóvich, en protesta por la violenta dispersión de una protesta opositora la madrugada del sábado en Kiev. Las cinco se juntaron delante de la embajada ucraniana en la capital gala, con el torso desnudo, sus habituales coronas de flores e inscripciones en el cuerpo en las que se podía leer "Yanukóvich piss off". "Sinceramente, queríamos insultarle", indicó a EFE por teléfono la líder de ese movimiento en Francia, Inna Shevchenko, una de las participantes en la protesta de hoy, que acabó sin incidentes porque, según asegura, fueron "rápidas". Captura pantalla de las imágenes de llas feministas orinando en vía pública. Lasvocesdelpueblo.

Féminas… feminismo… Ay. El feminismo consiste en que una mujer sea valorada por su intelecto, su personalidad, y su moral, no por el trozo de carne que conforme su exterior. En una sociedad tan superficial y sexualizada como la nuestra, el feminismo no existe. Se ha destrozado el movimiento y se ha convertido en lo contrario, una excusa para ser vulgar, irreverente, atacar a los hombres por el hecho de serlo, y sacar dinero. Si Emmeline Pankhurst levantase la cabeza, prendería fuego a aquellos y aquellas que han prostituido y tergiversado su discurso. Ella era una señora, una ciudadana culta, con idealismo y audacia; hoy sale gratis salir a la calle, y sólo es una excusa más para perder un día de clase. Emmeline Pankurst se expresó con formalidad, tenía la capacidad de arrancar la piel al enemigo sin pronunciar un insulto o palabra malsonante. Siempre se mostró elegantemente ataviada (porque sentía respeto por sí misma y los demás), no necesitaba enseñar la aréola en una iglesia ni hablar de vulvas liberadas para tallar su nombre en los libros de historia. Emmelin Pankhurst era una señora, un cerebro y un corazón, un discurso propio y sólido.

Antes de manchar el movimiento feminista, esas individuas que parecen creer que ser activista es dejar letras en una pantalla y ser agresivas, chabacanas y desdeñosas, deberían pasar unos años estudiando la figura histórica y los escritos de Mary Wollstonecraft en versión original, Concepción Arenal, María de Maeztu, María Zambrano, Clara Campoamor, Dolores Ibárruri, y Federica Montseny (quien afirmaba «feminismo jamás, humanismo siempre»). También deberían dedicar horas a reflexionar sobre lo que supuso para la causa el suicidio de Emily Davison y la aparentemente discordante postura de Victoria Kent en contra del voto femenino, cuya denuncia causó a Emmeline Panhurst convivir con ratas en la cárcel en más de una ocasión, y ser allí alimentada a la fuerza, práctica que dejó en su cuerpo secuelas de por vida. Salió de prisión, y continuó la lucha. Porque era una verdadera creyente. Hoy sus descendientes no piden al gobierno inglés que les regale dinero para «compensar» el daño causado, porque ella también usó la violencia para defender su causa, y porque todos somos hijos de nuestro tiempo. Pero adquirir bases intelectuales, ofrecer un barniz de respetabilidad a tu causa, habitar la biblioteca unos años, es pesado y aburrido, mejor salir a la calle y berrear, molestar a los vecinos y comercios y dificultar el tráfico. Nunca hemos visto a Amelia Valcárcel, filósofa, principal estudiosa del feminismo en España, ocupando la vía pública como si fuese un mercado de ganado.

Como en el siglo XXI el feminismo gobierna, presenciamos un fenómeno inaudito en la historia: una horda de hombres adolescentes y adultos que, dado que respetan a las mujeres, les solicitan con naturalidad y ligereza material pornográfico propio. Las niñas/mujeres ceden porque, como están tan liberadas, opositan a putas, y como son tan fuertes e independientes, tienen miedo a no ceder a la petición y que el hombrecillo en cuestión deje de prestarle atención. Muchas de esas mujeres, actrices incluidas, que se llenan la boca y ocupan portadas y titulares con el feminismo, han conseguido avances profesionales tumbándose de espaldas o poniéndose de rodillas. Incluso metiéndose en la cama de depredadores sexuales: algunas de las mujeres que han denunciado por violación o acoso sexual a Harvey Weinstein, aparecen en fotografías tomadas hace unos años, a su lado, posando sonrientes. Compañeras de profesión que han ganado un papel con la vulva o la boca, posan en la alfombra roja con lacito rojo, en solidaridad con las víctimas de acoso.

Si una mujer acude a una comisaría de policía con marcas en el cuerpo y afirma haber sido causadas por su pareja, un hombre, él no duerme en casa esa noche (¿qué ocurriría si su pareja fuese una mujer?). Si un hombre acusa a una mujer de maltrato, espera, no vamos a creer lo primero que se dice, mejor seamos cautos y profesionales e investiguemos primero. Que la mayoría de denuncias por violencia doméstica (porque el machismo sólo es uno de los motivos por los que se practica dicha violencia) sean interpuestas por mujeres, no quiere decir que no existan hombres maltratados emocional y físicamente por sus parejas mujeres. Estos hombres necesitan el mismo apoyo psicológico y merecen la misma defensa legal que sus homólogas femeninas. Las denuncias falsas también son una minoría, y aun así deben ser recurridas, porque los hombres sobre las que recaen ven su vida arruinada, económica y socialmente. Aunque hoy en España no se exigen responsabilidades.

Si un hombre persigue a una mujer por la calle, ella puede denunciarle por acoso. Si el hombre porta una cámara en las manos, es legal. Con la firma del contrato de una película o serial televisivo o la aparición no voluntaria en un medio de comunicación, viene adherido el derecho no escrito a que la chusma de periodistas y fotógrafos esperen a una mujer a la puerta de su trabajo a las dos del mediodía o club nocturno a las dos de la madrugada para meterle una cámara en la cara o bajo la falda (esto último denunciado por la actriz inglesa Keira Knightley), lanzando comentarios lacerantes para captar una posible instantánea de su reacción violenta, porque valdrá miles de euros. El acoso y provocación se produce durante veinte minutos hasta que la mujer llega a casa. A la mañana siguiente, en la puerta encontrará a las mismas personas, con la misma intención. Esa invasión y asalto se produce para miles de mujeres cada día, durante años, en cada ocasión que pisan la vía pública. Sin consecuencias. No recuerdo a ninguna feminazi denunciando esa situación.

¿Qué tiene que ocurrir para que se produzca un giro radical, cuándo despertaremos del buenismo, del borreguismo, dejaremos de tener miedo de la inquisición progre y empezaremos a defendernos con uñas y dientes, con orgullosa mano dura, sin paños calientes, de los ataques extranjeros, de todo aquello que obstaculice la unión, fortaleza y crecimiento de la patria?

Éste es mi pensamiento y corazón hechos tinta. Los progres censurarán mis palabras y me condenarán al infierno en el que no creen, porque no se puede consentir que alguien se aleje de la dictadura moderna.

España, 02 de julio de 2020

Amaya Guerra