Inmigrantes desencantados se acogen al Retorno Asistido, «Europa no era un paraiso»

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RABAT (MARRUECOS), 28.11.2018. Más de 1.300 inmigrantes, casi todos subsaharianos, se han acogido a lo largo de 2018 al programa de "retorno voluntario" desde Marruecos hacia sus países de origen, según cifras de la oficina en Rabat de la Organización Internacional de Migraciones (OIM), que auspicia estas operaciones en todo el mundo. Entre enero y noviembre, han sido 1.306 los emigrantes acogidos a este programa (11.285 acumulados desde su inicio en 2005), financiado por el propio gobierno marroquí con colaboración de la Unión Europea y de países como España, Noruega, Italia, Bélgica y Holanda. Efe.

Efe – La Organización Internacional de Migraciones (OIM), Ana Fonseca: «Han entendido que Europa no es el paraíso, lo que puede explicar un claro aumento en la demanda del retorno asistido». Son mayoritarios los de África occidental francófona); la cuarta parte del total son mujeres y, de ellas, hay 58 víctimas de trata, ya sea sexual (caso de las nigerianas) o de explotación doméstica (caso de las filipinas). La (OIM) recuerda que «no es una agencia de viajes, sino de asistencia a quien no tiene medios» y que ni siquiera puede absorber toda la demanda de regresos de emigrantes: por ejemplo, en 2017 fueron 3.000 las solicitudes recibidas, pero solo pudieron dar satisfacción a 1.733 personas, la mitad de ellas nacionales de Conakry y Costa de Marfil. Rabat (Marruecos), miércoles 28 de noviembre de 2018. Fotografía: RABAT (MARRUECOS), 28.11.2018. Más de 1.300 inmigrantes, casi todos subsaharianos, se han acogido a lo largo de 2018 al programa de «retorno voluntario» desde Marruecos hacia sus países de origen, según cifras de la oficina en Rabat de la Organización Internacional de Migraciones (OIM), que auspicia estas operaciones en todo el mundo. Entre enero y noviembre, han sido 1.306 los emigrantes acogidos a este programa (11.285 acumulados desde su inicio en 2005), financiado por el propio gobierno marroquí con colaboración de la Unión Europea y de países como España, Noruega, Italia, Bélgica y Holanda. Efe.

Más de 1.300 inmigrantes, casi todos subsaharianos, se han acogido a lo largo de 2018 al programa de «retorno voluntario» desde Marruecos hacia sus países de origen, según cifras de la oficina en Rabat de la Organización Internacional de Migraciones (OIM), que auspicia estas operaciones en todo el mundo.

Entre enero y noviembre, han sido 1.306 los emigrantes acogidos a este programa (11.285 acumulados desde su inicio en 2005), financiado por el propio gobierno marroquí con colaboración de la Unión Europea y de países como España, Noruega, Italia, Bélgica y Holanda.

«Son los desencantados, los que han comprendido que no pueden llegar Europa – dice Ana Fonseca, directora de la OIM en Rabat-. O que han entendido que Europa no es el paraíso, lo que puede explicar un claro aumento en la demanda del retorno asistido».

Entre los retornados en el año en curso abundan los oriundos de Guinea Conakry (429), seguidos de los de Costa de Marfil y Senegal (es decir, son mayoritarios los de África occidental francófona); la cuarta parte del total son mujeres y, de ellas, hay 58 víctimas de trata, ya sea sexual (caso de las nigerianas) o de explotación doméstica (caso de las filipinas).

La OIM insistió en que estas cifras se refieren a retornos voluntarios: individualizados, a demanda del propio emigrante, con condiciones de viaje como las de cualquier pasajero en un avión y con la posibilidad de cambiar de opinión hasta el último momento «en la puerta misma del avión».

En este mismo sentido, aclararon que la OIM no auspicia ni colabora con deportaciones ni retornos forzosos, que incluyan viajeros esposados, acompañamiento de policías o firma de ningún documento en el que el emigrante se compromete a no volver a Marruecos.

Desde el pasado verano, el Gobierno marroquí ha deportado por la fuerza a más de un centenar de migrantes subsaharianos establecidos en la ciudad de Tánger, según cifras de la ONG Gadem de defensa de los emigrantes; en paralelo, la Policía marroquí ha procedido a desplazamientos masivos (más de 800 personas) desde Tánger hasta ciudades del sur de Marruecos.

La directora de OIM en Rabat se abstiene de criticar al Gobierno marroquí arguyendo que «el control de las fronteras es competencia de cada país», pero aclara que «no cooperamos en retornos forzosos», desmintiendo indirectamente al Gobierno marroquí, que ha presentado los traslados masivos y las deportaciones como acordes a derecho y realizados con colaboración con OIM.

Fonseca admite que el concepto de voluntariedad es cada vez más restrictivo y que muchas veces el emigrante se acoge a un programa de retorno «porque no le quedan más opciones», y pone el ejemplo de uno de los retornados este año, desesperado tras haber intentado nueve veces infructuosamente viajar hasta España.

En todo caso, recuerda que la OIM «no es una agencia de viajes, sino de asistencia a quien no tiene medios» y que ni siquiera puede absorber toda la demanda de regresos de emigrantes: por ejemplo, en 2017 fueron 3.000 las solicitudes recibidas, pero solo pudieron dar satisfacción a 1.733 personas, la mitad de ellas nacionales de Conakry y Costa de Marfil.

La OIM tiene muy claro cuáles son los perfiles prioritarios para financiar un retorno, y pasan ante todo por la vulnerabilidad: niños menores, madres solteras, personas enfermas o víctimas de trata, situaciones que pasan por encima de la pobreza y la miseria a la que muchos emigrantes se ven abocados.

El Gobierno marroquí ha lanzado dos campañas de regularización de emigrantes: en 2014, esto supuso la entrega de documentos para 23.000 personas, y en diciembre de 2017 cerró la segunda, a la que se presentaron 28.000 candidatos que, según todas las fuentes consultadas, obtendrán sus documentos en su mayor parte.

Aunque legalmente la situación sea cada vez más complicada para los emigrantes en situación ilegal al haberse cerrado la última operación de regularización, siguen llegando a Marruecos cientos de personas procedentes del centro y el oeste de África con la intención de cruzar hacia Europa, en un claro desplazamiento de las rutas migratorias hacia el oeste del Mediterráneo.