Torrijos llama a una profunda reflexión e invita a todos apostar «por un 2015 en el marco jurídico»

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Ana María Torrijos
Ana María Torrijos

La licenciada en filología clásica y ciudadana catalana, Ana María Torrijos, llama a una profunda reflexión e invita a todos los ciudadanos apostar «por un 2015 en el marco jurídico y en el de la convivencia», en su nuevo artículo de opinión al portal español ‘Lasvocesdelpueblo, de esta semana.

«Al finalizar el año 2014, el sistema democrático en el que creímos, al que apoyamos y para el que arriesgamos nuestras esperanzas convencidos de abrir una senda posible, primero a la reconciliación por encima de supuestos personales y luego a la posibilidad de construir un futuro más próspero… ahora, cerca del tañido de las campanas que cierran el año y abren el portón al siguiente, se nos presenta necesitado de profundas reformas.

Como niños frente a los regalos en la noche más mágica, nos olvidamos que el proyecto incluía el debido mantenimiento que toda máquina sofisticada requiere. Cedimos protagonismo, no asumimos decisiones trascendentales, no pronunciamos críticas constructivas, no exigimos penalización a las infracciones y sobre todo no defendimos los valores con los que iniciamos la competición en la que otros países europeos llevaban tiempo participando –la Democracia-.

Muchas afirmaciones empezaron a instalarse en el pensamiento colectivo sin emitir réplica firme ni bien argumentada a los que tenían otras propuestas, se acuñaron tópicos y se manifestó como única opción válida, un modelo de sociedad, y de ahí radica el origen del problema; solo se aceptaba como políticamente correcto y con peso moral todo lo que se ajustaba a ese único planteamiento, muchos no consideraron digna de respeto otra forma de interpretar el mundo, tan imprescindible como la anterior en una sociedad plural e inmersa en la libertad. Ese otro modelo casi excluido, cuando intentaba transmitir su ideario recibía con enconos calificativos impropios de una ciudadanía respetuosa con el contrario; había quienes esgrimían con orgullo el marchamo de ser antifranquistas acreditando contundentemente a los otros el de franquistas, fascistas, fachas. Grave error fue el uso que se hizo de la sombra de la dictadura en la dialéctica política, ya que si se perjudicó a los que se les identificaba como herederos del anterior régimen, también dañó a los que alegremente la utilizaban como método de deslegitimación, pues gran parte de los que intervenían en el escenario político por encima de ideologías, tenían en su currículum ese mismo bagaje, a ello se debe que los primeros suavizaran su discurso y los últimos lo radicalizaran con la intención frenética de quitarse de encima ese origen personal o familiar, adulterando la salud política.

A través de los medios de difusión y de la propaganda partidista excluyente, se hizo pensar que lo público debía primar sobre lo privado, que era beneficioso potenciar el aumento de organismos o fundaciones oficiales en detrimento de las entidades sociales independientes, también que debía generalizarse las subvenciones fáciles para generar clientelismo en vez de tender a la flexibilidad impositiva, y por inercia se concedió casi en exclusiva la formación moral de los jóvenes a la clase política en lugar de a la familia.

La Constitución surgió de un consenso que pronto se agrietó al ponerse en entredicho la bandera constitucional enarbolando la republicana en manifestaciones políticas o sindicales, al considerar discutible el concepto de Nación española, al cuestionar el modelo de Estado fuera de los cauces que prescribe la ley y al no defender la lengua común de todos los ciudadanos ante los impedimentos impuestos a la escolarización en ella de muchos estudiantes, a lo que se sumó transferencias múltiples en justicia, en sanidad, en educación que debilitaron poco a poco la estructura del Estado, último garante por igual de los derechos de todos los españoles,

Todo ello fruto de un enroscamiento estéril de los sucesivos gobiernos al no pactar con la oposición mayoritaria en los temas que fundamentan el Estado de derecho. Este frente conflictivo alentó al Nacionalismo en la manipulación, en la coacción, en segar la libertad de los ciudadanos hasta el extremo que en el País Vasco se alentaron atentados.

Las fuerzas mayoritarias han fracasado en la gobernabilidad por distintos motivos, la izquierda por creer que todo vale para alcanzar el poder y por apostar que no hubiera una línea límite en el juego partidista, la derecha por sucumbir y no reivindicar por cobardía que ellos también eran adelantados de la justicia social, del progresismo, de la intelectualidad, de la solidaridad con los trabajadores y del apoyo a la mujer. Un escenario suficiente confuso para que anidase la simiente de la corrupción: la política de un noble servicio a las personas, se ha transformado en una escalada de prevaricación y de enriquecimiento.

Por todo ello estamos obligados desde el primer día del nuevo año, a trazarnos retos que nos permitan superar esta situación pero siempre con la referencia del respeto a la legalidad. Se desmorona el modelo bipartidista aunque divisamos otras opciones que la Sociedad actual más diversa, compleja y cambiante nos ofrece, en nosotros está apoyar a la que tenga una propuesta más realista, no un simple pronunciamiento retórico, sin soluciones, sin compromisos claros. La experiencia vívida nos permite descartar alternativas que para afirmar su existencia necesitan sacar del juego político a un sector de la sociedad.

En la Democracia parlamentaria liberal, todos los ciudadanos sin exclusión son protagonistas de su libertad y los partidos tienen que existir y ofrecer propuestas ajustadas a derecho. Si queremos regenerar la vida pública es necesario empezar a castigar o premiar con el voto a los partidos que empleen métodos amorales en las campañas electorales, en el debate político y que cuando lleguen al poder asfixien la libertad, usen mal el dinero público o pretendan hacer cambiar la identidad de los ciudadanos si no se ajustan a lo que ellos han diseñado. Apostemos por el 2015 en el marco jurídico y en el de la convivencia, este es nuestro más firme futuro».

<Redacción – Ana María Torrijos>

<foto archivo /Joseph Azanméné N./Lasvocesdelpueblo>