Carta de Puigdemont: «El PSOE ha venido a verme para ofrecerme buen trato, indulto y soluciones felices»

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FOTOGRAFÍA. BRUSELAS (BÉLGICA), AÑO 2019. El golpista prófugo de la Justicia, expresidente del régimen amarillo, Carles Puigdemont Casamajò, durante una sesión del Parlamento Europeo donde hace la batalla para salvar su inmunidad parlamentaria para así evitar su detención y entrega España. Efe

Redacción.- Barcelona (España), domingo 30 de octubre de 2022. Reproducimos la carta en castellano/español y en dialecto catalán. El golpista prófugo de la Justicia española, Carles Puigdemont Casamajò, confirma la traición del PSOE y Gobierno del presidente Pedro Sánchez Pérez Castejón en una carta abierta al separatismo, desde la ‘Casa de la República Catalana’ en Waterloo (Bélgica), con el motivo de sus 5 años de fuga, que titula «Cinco años de exilio».

Puigdemont concreta que «varios» cargos del PSOE se han desplazado hasta la Waterloo para ofrecerle «soluciones felices» para su «situación personal» que pasa por un «indulto» y solo «tres años de prisión», mediante una «reforma del Código Penal» y la «reforma del delito de sedición».

En su escrito, el golpista advierte a «ERC y PSOE» de que no negocien nada sobre él en la Mesa de la traición a Cataluña y resto de España porque no están autorizados: «Vuelve a salir la necesidad de resolver mi situación personal». «Si no se lo he pedido ni se lo he autorizado. ¿Por qué razón insisten? ¿Qué buscan?», reflexiona tachando de país «represor» a España, diciendo que «Cataluña es una Nación» y asegurando que existe un «conflicto» en la Comunidad autónoma de Cataluña.

LA CARTA ÍNTEGRA EN CASTELLANO/ESPAÑOL

«Cinco años de exilio

Hoy hace cinco años llegaba a Bruselas para reunirme con los miembros del Gobierno de Cataluña que estaban allí desde poco rato antes que yo, y empezar una etapa incierta y arriesgada en la que nos proponíamos continuar el camino decidido por el pueblo y las instituciones de Cataluña en mejores condiciones para hacerlo que desde el interior, donde España había desatado una represión política y civil enloquecida y sin precedentes.

Entrábamos en una fase nueva, enormemente compleja y peligrosa, también a nivel personal, en la que debíamos saber encontrar la forma de mantener la posición en condiciones muy adversas y de aprovechar las oportunidades que surgirían o que fuéramos capaces de crear.

Era una etapa nueva, con un terreno de juego nuevo y no tan desfavorable como lo era España; donde se acabara apelando al arbitrio de Tribunales no politizados y desde el que se ensanchara el conocimiento internacional de la crisis catalana. Y así reforzar la posición que mantenía una sociedad civil movilizada y unida para, así, rehacernos del golpe del artículo 155 de la Constitución española y proponer una continuación del «Procés» (Proceso) en torno a los mismos ejes que lo habían hecho posible: unidad política, movilización ciudadana, no violencia, democracia.

Durante todo ese lustro he procurado mantener mi acción política en el mismo marco. No me he quedado recluido, sin salir de Bélgica, ni callado, ni inactivo. Pueden cambiar tácticas y algunas estrategias determinadas, sobre todo a causa de las circunstancias. Pero el sentido de la estrategia general es el mismo, y no hay motivo para cambiarlo. Más bien, todo lo ocurrido en estos cinco años refuerza la necesidad de mantener la posición. Si el Estado la mantiene, nosotros no tenemos ninguna justificación política por no hacerlo. Quizá haya personal, pero no política.

El aspecto personal cuenta, por supuesto. Confrontarse a una condena de prisión o pasar una vida en el exilio no es ninguna broma, y ​​tiene muchos costes personales y familiares, además de profesionales. El exilio y la cárcel son las expresiones extremas de la represión, pero existen otras expresiones de esta represión que también generan un impacto muy fuerte en las personas y colectivos que las padecen, a menudo invisibilizados y al margen de las grandes manifestaciones de solidaridad de las que hemos sido objeto.

Sin embargo, he procurado no perder nunca de vista que la razón del exilio es política, y que las consecuencias personales que comporta esta decisión no debían influir en mis acciones y decisiones políticas.

En este sentido, he intentado ser fiel a un compromiso que me impuse en los momentos más dolorosos y difíciles: el no hacer del sufrimiento personal y el dolor emocional ninguna excusa, ninguna coartada, ningún elemento de discurso político. He hablado públicamente muy poco de mi vida y mis emociones. No me gusta el exhibicionismo sentimental al servicio de la política, y tampoco he querido hacer pasar una opinión invocando mi condición personal de víctima.

El hecho de que hay gente que desprecia, ridiculiza o desinforma del exilio, sea a la prensa o sea a la política, sea desde España o sea desde Cataluña, me parece muy injusto y sé que las motivaciones son políticas, también en aquellos «analistas» que hacen de la befa y el escarnio personales su forma de hacer crítica política. Pero ninguna de estas descalificaciones, desprecios o manipulaciones, que a veces han sido como recortadas, me han hecho desorientar sobre la razón principal de hacer política desde el exilio.

Y al tratarse de un conflicto político, las soluciones personales no lo resolverán. En estos cinco años no he buscado ninguna solución personal ni he pedido a nadie que lo hiciera en mi nombre; no he buscado cómo pasaría menos años en una cárcel española, ni he esperado para mí los beneficios que se aplican a otros. Sobre esta cuestión he sido explícito en público y en privado, frente a todos los interlocutores que se me han dirigido para proponerme «soluciones felices«. También a gente del PSOE que en varias veces ha venido a verme para generarme expectativas de un buen trato, vía reforma del Código Penal, y un indulto. Siempre y cuando, por supuesto, aceptara comparecer ante el Tribunal Supremo. Seguro que Pedro Sánchez Pérez Castejón sabe de qué hablo.

Por eso no entiendo cuál es el beneficio de la reforma del delito de sedición para la resolución del conflicto político entre España y Cataluña, y aún entiendo menos que se me vuelva a incluir entre quienes saldrían beneficiados como una fórmula para arreglarlo lo. No lo busco ni quiero, ese beneficio personal. Tampoco le pienso pedir «de rodillas», como se atrevió a advertir a un político independentista durante las negociaciones para resolver la crisis de Gobierno (con actitudes como estas, por cierto, ya se ve que no había muchas ganas de resolver nada). Puedo entender los beneficios que tiene para España el hecho de que yo aceptara una resolución basada en la reforma del Código Penal, pero los beneficios para el Proceso de independencia de Catalunya no los veo por ninguna parte.

Me consta que, pese a mi petición pública y privada de que se me respete mi estrategia y mi posición, en las conversaciones entre PSOE y ERC vuelve a salir la necesidad de resolver mi situación personal. Si no se lo he pedido ni se lo he autorizado, ¿por qué razón insisten? ¿Qué buscan?

Llevo cinco años de exilio no buscando una solución personal. Ya sé que algunos serían felices de verme declarar voluntariamente al Tribunal Supremo, y que se desvivirían para que fuera indultado a los tres años de la condena. Para mi vida personal esto sería un alivio. Pero sería una renuncia política que no estoy dispuesto a aceptar, y soy plenamente consciente de lo que esto representa.

Durante cinco años he aguantado todo tipo de campañas sucias, amenazas muy graves, seguimientos, espionajes, acosos familiares. En gran parte, inspirado por el espíritu del «¡A por ellos!» que decretó el rey Felipe VI de España, y con la participación de casi todos los partidos políticos españoles y la inmensa mayoría de sus medios. También de catalanes. Todo este juego sucio tiene por objetivo desmontarme personalmente como forma de desmontarme políticamente. Por razones diversas y contrapuestas, algunos comparten la razón de la misma molestia.

Sin embargo, a pesar de todos estos esfuerzos, he aprendido muchas cosas que no sabía, he hecho conocimientos que me han impactado, como la del rapero José Miguel Arenas Beltrán («Valtònyc«), me he hecho más resiliente ante las adversidades y tengo muchas más razones para seguir confrontándome a una España que no busca solucionar el conflicto sino liquidarnos como Nación.

Y si he aguantado estos cinco años es por la ayuda incondicional de muchas personas que, desde el primer día —y por eso pagan las consecuencias— se dedicaron en cuerpo y ánima a preservar lo que habíamos sido capaces de conseguir. A todos ellos, a quienes durante cinco años han preservado mi seguridad fuera donde estuviera, a la gente que generosamente me ha visitado y me ha trasladado su cariño y apoyo, y naturalmente a los consejeros Lluís Puig Gordi, Clara Ponsatí Obiols y Antonio Comín Oliveres, mi agradecimiento y reconocimiento.

Continuamos; por supuesto que seguimos.

Waterloo (Bélgica), 30 de octubre de 2022

Carles Puigdemont y Casamajó 130 presidente de la Generalitat de Catalunya».

LA CARTA ÍNTEGRA EN DIALECTO CATALÁN

«Cinc anys d’exili

Avui fa cinc anys arribava a Brussel.les per reunir-me amb els membres del Govern de Catalunya que hi eren des de poca estona abans que jo, i comencar una etapa incerta i arriscada en la qual ens proposávem continuar el camí decidit pel poble i les institucions de Catalunya en millors condicions per fer-ho que no pas des de Pinterior, on l’Estat espanyol havia desfermat una repressió política i civil embogida i sense precedents.

Entrávem en una fase nova, enormement complexa i perillosa, també a nivell personal, en la qual havíem de saber trobar la manera de mantenir la posició en condicions molt adverses i d’aprofitar les oportunitats que sorgirien o que fóssim capacos de crear.

Era una etapa nova, amb un terreny de joc nou ino tan desfavorable com ho era l’Estat espanyol; on s’acabés apel.lant a l’arbitri de tribunals no polititzats i des del qual s’eixamplés el coneixement internacional de la crisi catalana. I així reforcar la posició que mantenia una societat civil mobilitzada i unida per, d’aquesta manera, refer-nos del cop del article 155 de la Constitució espanyola i proposar una continuació del Procés a l’entorn dels mateixos eixos que l’havien fet possible: unitat política, mobilització ciutadana, no violencia, democracia.

Durant tot aquest lustre he procurat mantenir la meva acció política en el mateix marc. No m’he quedat reclós, sense sortir de Bélgica, ni callat, ni inactiu. Poden canviar táctiques i algunes estratégies determinades, sobretot a causa de les circumstáncies. Peró el sentit de l’estratégia general és el mateix, i no hi ha cap motiu per canviar-lo. Més aviat, tot el que ha passat en aquests cinc anys reforga la necessitat de mantenir la posició. Si l’Estat la manté, nosaltres no tenim cap justificació política per no fer-ho. Potser n’hi ha de personal, peró no pas de política.

L’aspecte personal compta, és clar. Confrontar-se a una condemna de presó o a passar una vida a l’exili no és cap broma, i té molts costos personals i familiars, a banda de professionals. L’exili i la presó són les expressions extremes de la repressió, peró hi ha altres expressions d’aquesta repressió que també generen un impacte molt fort en les persones i els col.lectius que les pateixen, sovint invisibilitzats i al marge de les grans manifestacions de solidaritat de què hem estat objecte.

Tanmateix, he procurat no perdre mai de vista que la raó de l’exili és política, i que les conseqúéncies personals que comporta aquesta decisió no havien d’influir en les meves accions i les meves decisions polítiques.

En aquest sentit, he intentat ser fidel a un compromís que vaig imposar-me en els moments més dolorosos i dificils: el de no fer del patiment personal i el dolor emocional cap excusa, cap coartada, cap element de discurs polític. He parlat públicament molt poc de la meva vida i de les meves emocions. No m’agrada l’exhibicionisme sentimental al servei de la política, i tampoc no he volgut fer passar una opinió invocant la meva condició personal de victima.

El fet que hi ha gent que menysprea, ridiculitza o desinforma de l’exili, sigui a la premsa o sigui a la política, sigui des d’Espanya o sigui des de Catalunya, em sembla molt injust i sé que les motivacions són polítiques, també en aquells «analistes» que fan de la befa i l’escarni personals la seva manera de fer crítica política. Peró cap d’aquestes desqualificacions, menyspreus o manipulacions, que a vegades han estat com coltellades, no m’han fet desorientar sobre la raó principal de fer política des de l’exili.

I com que es tracta d’un conflicte polític, les solucions personals no el resoldran. En aquests cinc anys no he buscat cap solució personal ni he demanat a ningú que ho fes en el meu nom; no he buscat de quina manera passaria menys anys en una presó espanyola, ni he esperat per a mi els beneficis que s’apliquen a d’altres. Sobre aquesta questió he estat explícit en públic i en privat, davant de tots els interlocutors que se m’han adregat per proposar-me «solucions felices«. També a gent del PSOE que en diverses vegades m’ha vingut a veure per generar-me expectatives d’un bon tracte, via reforma del Codi Penal, i un indult. Sempre i quan, és clar, acceptés compareixer davant del Tribunal Suprem. Segur que Pedro Sánchez Pérez Castejón sap de que parlo.

Per aixó no entenc quin és el benefici de la reforma del delicte de sedició per a la resolució del conflicte polític entre Espanya i Catalunya, i encara entenc menys que se’m torni a incloure entre els qui en sortirien beneficiats com una fórmula per arreglar-lo. No el busco ni el vull, aquest benefici personal. Tampoc no el penso demanar «de genolls», com va gosar advertir un polític independentista durant les negociacions per resoldre la crisi de Govern (amb actituds com aquestes, per cert, ja es veu que no hi havia moltes ganes de resoldre res). Puc entendre els beneficis que té per a Espanya el fet que jo acceptés una resolució basada en la reforma del Codi Penal, peró els beneficis per al Procés d’independencia de Catalunya no els veig per enlloc.

Em consta que, malgrat la meva petició pública i privada que se’m respecti la meva estrategia i la meva posició, en les converses entre el PSOE i ERC torna a sortir la necessitat de resoldre la meva situació personal. Si no els ho he demanat ni els ho he autoritzat, per quina raó hi insisteixen? Qué busquen?

Porto cinc anys d’exili no pas buscant una solució personal. Ja sé que alguns serien felixos de veure’m declarar voluntáriament al Tribunal Suprem, i que es desviurien perque fos indultat als tres anys de la condemna. Per a la meva vida personal aixó seria un alleujament. Peró seria una renúncia política que no estic disposat a acceptar, i sóc plenament conscient del que aixó representa.

Durant cinc anys he aguantat tota mena de campanyes brutes, amenaces molt greus, seguiments, espionatges, assetjaments familiars. En gran part, inspirat per l’esperit del «¡A por ellos!» que va decretar el rei Felipe VI de Espanya, i amb la participació de gairebé tots els partits polítics espanyols i la immensa majoria dels seus mitjans. També de catalans. Tot aquest joc brut té per objectiu desmuntar-me personalment com a manera de desmuntar-me políticament. Per raons diverses i contraposades, alguns comparteixen la raó de la mateixa moléstia.

Malgrat tot, a desgrat de tots aquests esforços, he aprés moltes coses que no sabia, he fet coneixences que m’han impactat, com la d’en José Miguel Arenas Beltrán («Valtònyc«), m’he fet més resilient davant les adversitats i tinc moltes més raons per continuar confrontant-me a una Espanya que no busca solucionar el conflicte sinó liquidar-nos com a Nació.

I si he aguantat aquests cinc anys és per Pajuda incondicional de moltes pesones que, des del primer dia —i per aixó en paguen les conseqúencies— van dedicar-se en cos i ánima a preservar el que haviem estat capaços d’aconseguir. A tots ells, als qui durant cinc anys han preservat la meva seguretat fos on fos, a la gent que generosament m’ha visitat i m’ha traslladat el seu afecte i el seu suport, i naturalment als consellers Lluís Puig Gordi, Clara Ponsatí Obiols i Antonio Comín Oliveres, el meu agraïment i reconeixement.

Continuem; i tant que continuem.

Waterloo (Bélgica), 30 d’octubre de 2022

Carles Puigdemont i Casamajó 130è president de la Generalitat de Catalunya».

PDF DE LA CARTA (SÓLO EN DIALECTO CATALÁN)