El Totalitarismo en Cataluña, por «Unión de Mozos por la Constitución»

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CATALUÑA (ESPAÑA), AÑO 2016. Vista de centenares del principal símbolo fascista del neonazismo en Cataluña durante una manifestación racista del Nacionalsocialismo en Cataluña contra las libertades y la convivencia de una España libre. Archivo Efe

Redacción – Los Mozos de escuadra españoles: «Hay un racista presidiendo la Generalidad de Cataluña, y eso es algo que debería repugnar a todos los demócratas, al margen de su posición con respecto a la independencia», es una reflexión de la primera entidad de los valiente hijos de España actualmente agentes del Cuerpo autonómico de Policía de la Generalidad-Mozos de Escuadra (PGME) organizados y muy leales a las instituciones del Estado y defensa de la legalidad vigente y Constitución Españaola en su entidad que se hace llamar «Unión de Mozos por la Constitución» española (UMC), en un artículo impresionante para abrir los ojos a la sociedad catalana y resto de España. Barcelona (España), martes 31 de julio de 2018. Fotografía: CATALUÑA (ESPAÑA), AÑO 2016. Vista de centenares del principal símbolo fascista del neonazismo en Cataluña durante una manifestación racista del Nacionalsocialismo en Cataluña contra las libertades y la convivencia de una España libre. Archivo Efe

«¿Deberíamos embadurnarnos el cuerpo de amarillo» -de la bandera fascista en Cataluña, las Estrellada (estelada), han querido decir- «y aguantar estoicamente las humillaciones, insultos, vejaciones, discriminaciones, marginaciones, agresiones, amenazas, artificiosas construcciones jurídicas para procesarnos?»

Para la (UMC), «el nacionalismo catalán ha destacado siempre su carácter cívico: el suyo; explicaban, no era un nacionalismo étnico… pero sus aliados en Europa eran la Liga Norte de Italia, el Vlaams Belang de Bélgica y otros partidos xenófobos» -explican- «Y en ocasiones se podía detectar un desagradable componente supremacista», firman en la nota.

Añaden que: El caso del actual presidente de la Generalidad de Cataluña, Quim Torra, «es explicito» -aseguran- «si dijera de los musulmanes o inmigrantes extranjeros lo que dice de otros catalanes se entendería más fácilmente», aseguran en una larga reflexión este martes a Ñ Pueblo Lasvocesdelpueblo.

La (UMC) remacha que «Es indudable la base supremacista, racista, discriminatoria que subyace en ideologías que pretenden instituir Estados totalitarios, opresivos, tiránicos, de Partido Único, todavía se repescan ideologías trasnochadas con base segregacionista para construir utópicas Nuevas Arcadias felices, evidente contradicción interna, ¿felicidad sin poder tener ideas propias, con desigualdades graves en lo social, económico, en la justicia basadas en discriminaciones? Bien, pudiera ser,… felicidad«.

La entidad abre sus puertas por primera vez y opina sin complejo sobre el fascismo de la ‘Genestapo’ en la región catalana. Para la asociación de los Mozos de Escuadra leales a España, el golpismo en Cataluña siempre fue fascistas y ultra racista. «No es raro, por tanto, que el propio ex presidente Jordi Pujol Soley sintetizara estas ideas en la obra magna que publicó en 1976, bajo el título «La inmigración, problema y esperanza de Cataluña». En el libro, el político catalán escribió lo siguiente: «El hombre andaluz no es un hombre coherente. Es un hombre anárquico. Es un hombre destruido. Es, generalmente, un hombre poco hecho, un hombre que vive en un estado de ignorancia y miseria cultural, mental y espiritual». Y añadió en alusión a los miles de andaluces que emigraron a Cataluña: «Es un hombre desarraigado, incapaz de tener un sentido un poco amplio de comunidad. De entrada, constituye la muestra de menor valor social y espiritual de España. Ya lo he dicho antes. Es un hombre destruido y anárquico. Si por la fuerza del número llegase a dominar sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña»«. Son solo fragmentos de un largo artículo de la (UMC) para apoyar su tesis sobre el fascismo ultra racista en Cataluña, que reproducimos íntegramente a continuación.

«Totalitarismo II

«El totalitarismo es un intento por restablecer características d ela sociedad de ayer en un marco moderno y de someter nuevamente al individuo al grupo e imponer valores únicos a toda la sociedad». Tzvetan Todorov

(1) Klaus Mann estuvo a la sombra de su padre en lo literario, y su apellido fue a la vez una bendición y un lastre. Pero gozaba de su propio prestigio entre los intelectuales demócratas, porque había sido uno de los alemanes que jamás había flaqueado en su rechazo del nazismo, sobre cuya verdadera naturaleza advirtió a todo aquel que quiso escucharlo. Ya desde los años veinte, cuando los nazis eran un pequeño grupo de outsiders de quienes conservadores y progresistas se reían por igual, Klaus se había marchado de Alemania en el mismo momento en que Hitler ascendió al poder, en 1933, previendo un cataclismo que no muchos otros querían creer posible. 

Los nacionalistas, de retórica socializante, para captar apoyo populista en la base de las pirámide social para perpetuar regímenes de acusado componente lasista/elitista burgués, invocan una comunión étnica nacional

Johann Trollman, desconocido

Los nazis, en una de tantas demostraciones de su desprecio por el talento, lo despojaron de la nacionalidad en 1934. En 1936, cuando las democracias occidentales aún se empeñaban en creer que resultaría posible convivir en términos amistosos con el III Reich, Mann publicó Mefisto, novela en la que rodeaba al régimen de una aureola de pesadilla. Además de sus escritos hablaba en público del verdadero y repulsivo rostro de los nazis. Al acabar la guerra, resultó haber sido uno de los pocos intelectuales germanos que jamás se había adormecido en lo tocante a la podredumbre hitleriana.

Los nacionalistas, de retórica socializante, para captar apoyo populista en la base de las pirámide social para perpetuar regímenes de acusado componente lasista/elitista burgués, invocan una comunión étnica nacional, en la cual todos han de efectuar profesión de fe, burocratizada mediante los pertinentes certificados de arianidad o certificados de adscripción lingüísticoétnica, apelando a un romanticismo victimista mitológico o de creación reciente pero manipulado para aparentar de manera pedante y sin rubor un supuesto cientifismo histórico dictado desde el púlpito del movimiento de Partido o Frente de Partidos, Único.

Un Régimen totalitario orwelliano, el linchamiento público, el insulto, la amenaza, la coacción, la intimidación, el ostracismo, la pasividad de los poderes públicos, complicidad criminal…

Dicha práctica, socialfascista ha perdurado en el tiempo, hallándonos en la actualidad como testigos de movimientos propiciados por oligarquías locales que han llegado a movilizar en alardes demagógicos que se han extendido en el tiempo, (con la ventaja de los modernos comunicación de masas y coyunturas nacionales que han favorecido la inacción del Ejecutivo, a consecuencia de unas problemáticas y contextos heredados, no resueltos y que hacen a dichos Ejecutivos rehenes de sus complejos, los cuales se extienden al Legislativo y al Judicial y propician la no impermeabilización entre los tres poderes con el consiguiente perjuicio democrático), a un sector importante de la opinión público que se ha creído imbuida de un «destino histórico», y guiados por un moderno «guía», llevar a cabo unos designios de índole nacional en el reducido reducto regional.

Obviamente, eliminadas las fuentes del Derecho, se crean otras nuevas fuentes exentas de rígidas normativizaciones, flexibles, volubles, cambiantes, tornadizas, arbitrarias, que se orientan según haya el «guía» exaltado a las masas en un sentido u otro, el «guía» o el medio de comunicación de turno, que impone pensamiento, modas, creencias, moral.

En dicho corpus jurídico, no escrito, ostenta el primer puesto en la gradación de la criminalidad, la disidencia, el pensamiento propio, el discrepar, reservándose en primer lugar, hasta que hayan triunfado y normativizado por escrito un Régimen totalitario orwelliano, el linchamiento público, el insulto, la amenaza, la coacción, la intimidación, el ostracismo, la pasividad de los poderes públicos, complicidad criminal, la negación de que dicho disidente pueda pertenecer a la Comunidad, su rechazo, su deshumanización.

Así, ante tan flagrantes injusticias sus conciencias quedan libres, ¿Cómo van a tener mala conciencia si esos que invocan normas supremas como garantes de la democracia y libertades públicas, «no son de los nuestros»? Se les tilda de traidores, ¿a que, a quién? Si ellos forman parte también de la Comunidad y su libertad de pensamiento forma parte de una Comunidad sana; una Comunidad no libre, en un Régimen de Gran Hermano y Ministerios de las Verdades o de la Verdad Única, no es una Comunidad si no un inmenso recinto, reserva, bantustan, de régimen cuartelero y de autómatas asexuados, a los disidentes se les adjudica un epíteto denigrante y descalificados como cuerpo ajeno a la Comunidad son anatematizados, calificados de herejes y proscritos socialmente en Autos de Fe mediáticos, tiempo andarán en que los lleven a término físicamente, bueno Hans Oster, General de la Wehrmacht, cabecilla del Abwehr con Wilhem Canaris y uno de los primeros opositores de Hitler y el nazismo. Fue uno de los lideres de la resistencia alemana al nazismo entre 1938 y 1943 ya han empezado con los pseudoprogroms encaminados a rodear domicilios de disidentes, amenazarles, efectuar pintadas en sus viviendas, en una escalada que se acerca peligrosamente al crimen contra la vida perpetrado por las vanguardias de asalto, brazo ejecutivo de dichos movimientos, camisas negras, SA, enragés, Guardianes de la Revolución, de la República (totalitaria), Comités de Defensa, descamisados, peronistas, bolivaristas.

Cuantas sentencias reclamando su cumplimiento

Solo nos queda a los disidentes una legalista y pacifica lucha mediante el marco jurídico existente, reconocido internacionalmente como legítimo y democrático, pero que los totalitarios no respetan, vulneran, abiertamente reivindican su no acatamiento, no reconocen dicho sistema de derechos y libertades, no obstante, perseveran en fraude de Ley, aparentando una burda y obscena escenificación de acatamiento para vulnerar el espíritu de la Ley, actitudes infiltradas en el Ejecutivo Nacional y Regional, en los diferentes poderes del Estado y en el resto de instituciones, en mayor o menor medida e incluso en Institutos armados, secciones de los mismos pretenden convertir en neo-Ojranas; hallándonos en aquella situación en que se halló en 1933 Johann Trollman «Rukeli», gitano alemán, con la llegada del nazismo al poder, los medios deportivos nazis comenzaron a criticar los éxitos de Trollman tildando su estilo de «afeminado» o de «no ser propio de un boxeador ario». En junio de ese mismo año, Johann Trollman disputa el título nacional de peso semi-pesado con veinticinco años de edad. Trollman ganó con diferencia al campeón Adolf Witt por una marcada diferencia a los puntos, pero los jueces no podían reconocer la victoria y decretaron el combate nulo, las quejas de los espectadores aclamaban a Trollman como ganador…Trollman lloró de emoción en el ring.

Cuantas sentencias reclamando su cumplimiento, favorables a las justas reivindicaciones de una parte de la población en relación a su lucha por su no marginación del espectro político y social por su pertenencia a otro grupo étnico-lingüístico, arrinconado a los estratos más desfavorecidos de la sociedad, los que, si viene una inspección domiciliaria de funcionarios mediocres de los gobiernitos regionales deben esconder fotografías y señas de identidad tales como la foto del hijo en el servicio militar, los adornos de otras partes de la geografía peninsular, diplomas, medallas, honores, menciones recibidas del Gobierno de España o de instituciones patrióticas españolas, la enseña nacional, para evitar resoluciones administrativas desfavorables, proletariado y lumpen mayoritariamente y calificados, según ideólogo y fuente del pensamiento supremacista-totalitario, el señor Josep de C. Serra i Rafols, «Inmundicies…», L’Estat Català, II/15, 15 de junio de 1923, p.3: «Esta inmundicia de basuras que han colmado la indignación de tantos sutílisimos comodones, no nos ha aterrorizado mucho a nosotros, acostumbrados a soportar la existencia de otra inmundicia más grande –«flora» de todo el año- la gitanada inmensa de una «clase» de gente que lleva gangrenando Barcelona desde hace tiempo; todo este pudridero de barrios bajos en descomposición , en donde se engendra la maldad y el «microbio» y donde se extiende ufana la «cualidad» de una raza… Y de los barrios bajos que hemos señalado -y al decir barrios bajos quiero decir España- son hijas todas las prostitutas de calle y de cabaret que envenenan la vida de nuestra juventud».

Si, señor supremacista, somos la gitanada inmensa, la que copa todos los empleos subalternos, no cualificados, los lupanares, las prisiones, los que producimos en las cadenas de montaje de las siderurgias, los que cubrimos los servicios, los peones sin cualificar en obras de construcción de edificios, urbanizaciones, presas, los que reclutados en levas o reemplazos ocupábamos los puestos más arriesgados y de menor descanso, los que servimos de escarmiento para que puedan justificar situaciones de injusticia social, taxistas, mujeres de la limpieza, «chachas», «miñonas», los que conducimos vehículos de transporte, los barrenderos, los que no compartimos ni la lengua ni el folklore de las élites supremacistas, clasistas y etnicistas, los que no somos de raza pura, los hijos de mil leches de la geografía ibérica, sepárense, sepárense no vaya a ser que les peguemos algo, como dijo el expresidente de la Generalidad de Cataluña, Jordi Pujol en «Fonaments científics del racisme», Quaderns del separatisme, 2 pp. 6-8:

«la progresiva degradación racial española puede contagiarse a los catalanes debido a la fuerte inmigración, frutos que pueden verse si observamos la diferencia caracteriológica entre el hombre del campo, no contaminado por la estirpe española, y el de las ciudades. El carácter trabajador y europeo del catalán es un factor anímico bien contrario al español gandul y pro-africano. Por todo esto tenemos que considerar que la configuración racial catalana es más puramente blanca que la española y por tanto el catalán es superior al español en el aspecto racial».

¿Unos españoles, en virtud de la libertad de movimientos dentro de España y que deciden residir y trabajar en otra ciudad o región de España son inmigrantes?

¿Fuerte inmigración? ¿Unos españoles, en virtud de la libertad de movimientos dentro de España y que deciden residir y trabajar en otra ciudad o región de España son inmigrantes? ¿Unos deportados económicos que cuando las élites favorecidas por dictaduras transitorias, crearon las condiciones para ser obligados al éxodo económico donde la industria de las élites supremacistas favorecidas por regímenes cuarteleros demandaba mano de obra barata? ¿O cómo cuando emigraban a Suiza o a Alemania?

Yo ignoro los porcentajes genéticos por provincias o por regiones de España, pero, ¿Qué le pasa a dicho personaje con lo africano? ¿quizá lo considera inferior? ¿es algo malo? ¿hay que segregar por la raza?

En ese caso, adopto una actitud valiente y decidida, no finjo lo que no soy, no cambio mis registros culturales y reivindico la parte que me toca de africanidad y semitismo que ha configurado el sustrato de la hispanidad, desde las comunidades sefardíes de Salónica, Estambul, norte de África, África ecuatorial hispano-bantú (Rio Muni y Bioko), desde Tierra de Fuego a San Francisco en EEUU pasando por los Andes, selva amazónica, Sierra Madre, desiertos, puna, desde Mindanao a Luzón, frente a dicho personajillo supremacista.

Al igual que ocurre hoy día con los incumplimientos de sentencias y el no acatamiento público y sin rubor de los postulados democráticos, aunque fingiendo acatamiento a la letra, volvamos al amigo Trollman, ganó el combate, lo ganó; no obstante, ocho días, ocho, bastaron para que la federación deportiva alemana retirara el título nacional y requiriera un nuevo combate para dar validez del título ya que alegaron que llorar en el ring no era propio de un atleta alemán. En este segundo combate contra Gustav Eder, la federación le prohibió hacer su juego de piernas, es decir tenía que perder el combate o le quitaban la licencia de boxeo.

Cuando llegó el día del combate, y para ridiculizar la política nazi del guerrero ario, Trollman se subió al ring, con el cuerpo embadurnado en harina y el pelo teñido de rubio burlándose del estereotipo del guerrero ario. Durante el combate se quedó parado sin moverse aguantando los golpes del rival hasta el quinto asalto.

¿Deberíamos embadurnarnos el cuerpo de amarillo y aguantar estoicamente las humillaciones, insultos, vejaciones, discriminaciones, marginaciones, agresiones, amenazas, artificiosas construcciones jurídicas para procesarnos?

Después de este combate la carrera de Trollman no se repuso, sobrevivió boxeando en ferias y en peleas no legales. Las leyes anti-gitanas del III Reich hicieron esterilizar al púgil junto a miles de gitanos. Pocos años después, en 1939, la Wertmacht lo moviliza al infierno del frente ruso, para hacer su “servicio desinteresado al III Reich».

En 1942 Himmler firma el decreto de Auschwitz y Tollman es recluido en el campo de Neuengamme, donde falleció tras un combate de boxeo con un Kapo, para disfrute de las SS, que, no obstante, fue noqueado, a pesar de su desnutrición y avitaminosis, por Trollman, ante lo que éste, con la complicidad, hilaridad y regocijo de los guardianes SS fue apaleado con un palo hasta la muerte.

¿Deberíamos embadurnarnos el cuerpo de amarillo y aguantar estoicamente las humillaciones, insultos, vejaciones, discriminaciones, marginaciones, agresiones, amenazas, artificiosas construcciones jurídicas para procesarnos?

Mientras el Ejecutivo pastelea con las referidas oligarquías supremacistas locales y contempla todo con ¿complicidad, hilaridad, regocijo?

La sociedad a la que nos referimos, tanto de corazón como por conveniencia ha pactado con el diablo, releyendo a Mefisto, Mann no cree que todo un pueblo pueda asimilar con sinceridad una ideología detestable, y menos de un día para otro. Piensa que quienes se «convierten» lo hacen con la misma mentalidad de quien cierra un trato con el diablo. Estampando su firma, el arribista vocinglero obtiene ventajas sociales y profesionales. El cobarde, a su vez, se conforma con la supervivencia; camuflado entre el rebaño, busca una sensación de seguridad por el alto precio de renunciar a su libertad y a su derecho de disentir de la mayoría.

Cuanto más aplastante esa mayoría, más rápido el proceso de contagio ideológico. No es que los alemanes fueran en su mayoría nazis de corazón, porque no lo eran; es que se acobardaron ante el creciente empuje del NSDAP y, una vez los vieron instalados en el poder, decidieron acomodarse al nuevo statu quo. El corazón ideológico está reservado para la élite del partido; los demás no necesitan convencerse, sino comportarse como si hubiesen sido convencidos. No necesitan creer lo que se les dice, sino repetirlo sin titubear. Y, sobre todo, deben someterse.

Mantras nacionalistas, rezando para no destacar ni significarse, y aspirando a algunas migajas de la mesa del Amo supremacista

Actualmente, fingen profesión de fe nacionalista, sustituyendo su idioma materno, asintiendo con complicidad por pasividad, la erradicación de este de las instituciones, así como cualquier muestra cultural o folclórica no aprobada por el Partido Único, fingiendo y repitiendo mecánicamente los mantras nacionalistas, rezando para no destacar ni significarse, y aspirando a algunas migajas de la mesa del Amo supremacista.

Todo condicionamiento tiende a esto: a lograr que la gente ame su inevitable destino social. «Un mundo feliz» (1932), Aldous Huxley

Los hechos le daban la razón a Klaus Mann: en 1934, los nazis «de corazón» que habían protagonizado en las calles los años de ascenso del partido, los «camisas pardas» de las Sturmabteilung (SA), fueron purgados por el propio Hitler. Y fueron purgados antes que los judíos incluso. En el nuevo régimen los primeros en caer habían sido los nazis que todavía creían que podían tener ideas propias, que todavía podían hacer y deshacer por el mero hecho de lucir un brazalete con una esvástica.

La Noche de los Cuchillos Largos les abrió los ojos, a ellos y a los demás alemanes: quienes ascendían eran los que asimilaban y repetían las ideas descendidas desde la élite y no causaban problemas. Ser nazi debía implicar no la comprensión del ideario, sino su disciplinado acatamiento. Si Orwell insiste en que la desobediencia es castigada, Mann nos recuerda que la obediencia es premiada y que la búsqueda de la recompensa, como la lujuria de Fausto, es motivación más que suficiente para sucumbir a la barbarie.

Ante la afirmación de Fukujama, cuando aludía a que ya no tendrían cabida las ideologías en el siglo XXI, entendiendo como ideología el dogma que pretende estudiar y cambiar el mundo a partir de una idea, y ante los fracasos del marxismo, la religión, el existencialismo, el orientalismo demás dogmas, en mayor o menor medida estrambóticos, resurgen movimientos ideológicos que hurgan en la esencia del ser humano, en su cohesión grupal, en el eterno victimismo, en el convencimiento, incluso pseudocientífico de «ser mejores que el resto», que dan referentes vitales y sociales a sociedades desnortadas, ahítas de consumismo y que la mínima merma en su poder adquisitivo conduce a frustraciones, desengaños y cuestionamientos: los nacionalismos imbuidos de un sentido histórico de su existencia, cuya liturgia, formalismos, protocolos externos y estructuras sistemáticas ofrecen, o parecen ofrecer un antídoto contra la incertidumbre. Quien busca respuestas fáciles puede terminar sucumbiendo bajo el encanto de alguna figura o idea emergente que sepa hacerse escuchar y prometa las ansiadas respuestas. El ciudadano no comprometido o bienintencionado, podía ceder ante la presión grupal de quienes defendiesen dogmas para ellos indiscutibles.

La polarización de las ideologías es harto preocupante, cuando las ideas se presentan en forma de dicotomía entre dos únicas opciones (conmigo o contra mí) «se nos obliga a elegir un bando y haciéndolo, a traicionar a todo lo que deberíamos defender y celebrar». Los malvados no arrastran los países al caos, salvo que sean facilitados por la polarización de los no malvados.

El independentismo catalán echa sus raíces en pensadores que practicaban un discurso profundamente racista

(2) El portador del mal no por necesidad es alguien malvado, como el portador de una enfermedad infecciosa no necesariamente está enfermo, aunque terminará pagando, como todos, el precio de la propagación de la epidemia.

El independentismo catalán echa sus raíces en pensadores que practicaban un discurso profundamente racista, que poco tiene que envidiar al que luego defendería el nazismo en los años 30. 

Así lo pone en evidencia la recopilación de textos que ha elaborado el historiador y presidente de la asociación Profesores por el Bilingüismo, Francisco Oya: Uno de los fundadores del nacionalismo catalán fue el escritor Pompeu Gener (1848-1920) quien intentó dar a sus teorías un enfoque científico y «darwinista».

En un ensayo publicado a finales del XIX defendía este enfoque de supremacismo racista: «Creemos que nuestro pueblo es de una raza superior a la de la mayoría de los que forman España. Sabemos por la ciencia que somos arios… En España, la población puede dividirse en dos razas. La aria (celta, grecolatina, goda), o sea del Ebro al Pirineo; y la que ocupa del Ebro al Estrecho, que, en su mayor parte, no es aria sino semita, presemita y aun mongólica. Nosotros los catalanes somos indogermánicos, de origen y corazón no podemos sufrir la preponderancia de tales elementos de razas inferiores».

Tras dejar sentada esta tesis -que distinguía entre los catalanes «arios» y el resto de españoles de sangre judía, como luego haría Hitler-, pocos años después insistió: «Soñamos con un imperio intelectual y moral mediterráneo, por nuestra influencia sobre las restantes naciones latinas, sin ser desviados por las durezas e ignorancias castellanas…nuestro patriotismo es de Patria superior. Los demás pueblos de España ya nos seguirán, si quieren o si pueden, y si no, peor para ellos, tal es nuestro cometido».

A los mismos tópicos recurría Enric Prat de la Riba (1870- 1917), fundador de la Lliga Regionalista y considerado como uno de los padres del nacionalismo catalán. En 1898 escribía las siguientes palabras: «Los castellanos, que los extranjeros designan en general con la denominación de españoles, son un pueblo en el que el carácter semítico es predominante; la sangre árabe y africana que las frecuentes invasiones del sur le han inoculado se revela en su modo de ser, de pensar, de sentir y en todas las manifestaciones de su vida pública y privada».

Frente a ellos contraponía la «fuerza de la prosperidad económica, de energías intelectuales, morales y artísticas» de Cataluña, «la principal representante de la civilización europea en ese fajo mal atado de cábilas africanas que el Estado español encarna» Primo Levi fue un escritor italiano de origen judío sefardí, autor de memorias, relatos, poemas y novelas. Fue un resistente antifascista, superviviente del Holocausto

(2) Resurge en el noreste español el nacionalismo caduco del siglo XX, véase la publicación del THE NEW YORK TIMES «El discurso xenófobo del nuevo presidente de Cataluña» por Daniel Gascón, de 15 de mayo de 2018, cumpliendo todos los preceptos de Manual del fascismo o socialfascismo totalitario, nazismo o populismos demagogos:

-. La creación de un «nosotros» contra «ellos».

-. Un solo pueblo.

-. La conciencia de hallarse en situación de destino histórico.

-. Supremacismo racial.

-. A consecuencia del precedente, racismo y en especial antisemitismo.

-. Victimización, el mundo es injusto ya que no reconoce nuestras pretensiones.

-. Puesto que, se hallan en posesión de la Verdad Única.

-. En el Régimen arbitrario/orwelliano que preconizan no existe la libertad individual puesto ya hemos dicho que esas élites ya saben lo que nos conviene, por encima de nuestro libre albedrío (eso queda suprimido por antinacionalista, «facha», burgués).

Los movimientos obreros anulados, integrados por los «inferiores raciales», ya que la Nación de verdad la constituirán las elites supremacistas

-. Verticalismo sindical, los «productores» subordinados a las «construcciones nacionales», de momento el sindicalismo está domesticado con cuantiosas «ayudas», en el futuro ya no hará falta, serán anulados y se podrán suprimir las subvenciones para captar voluntades.

Los movimientos obreros anulados, integrados por los «inferiores raciales», ya que la Nación de verdad la constituirán las elites supremacistas, cualquier atisbo de queja, reivindicación o réplica del obrerismo será abortada por unos eficaces mecanismos de control social, mediáticos, que previamente harán un linchamiento moral, rebajándolos a, paradójicamente, enemigos del pueblo, traidores a la «Nación virtual de las élites», utilizando términos tabú como «facha» que debe tener un simbolismo esotérico ya que automáticamente pasa a descalificar, deshumanizar al individuo reduciendo su humanidad a la de un coleóptero, y para finalmente, ostracismo, social, profesional, muerte civil y si hace falta aplicación de códigos penales orwellianos.

-. Como sintetizó Antonio Gramsci:

Una política totalitaria tiende precisamente:

1] A obtener que los miembros de un determinado partido encuentren en este solo partido todas las satisfacciones que antes hallaban en una multiplicidad de organizaciones, o sea a romper todos los lazos que ligan a estos miembros a organismos culturales extraños;

2] a destruir todas las otras organizaciones o a incorporarlas en un sistema del que el partido sea el único regulador. Esto sucede:

1] cuando el partido en cuestión es portador de una nueva cultura y estamos ante una fase progresista;

2] cuando el partido en cuestión quiere impedir que otra fuerza, portadora de una nueva cultura, se vuelva «totalitaria»; y estamos ante una fase regresiva y reaccionaria objetivamente, aunque la reacción (como siempre sucede) no se confiese abiertamente y trate de presentarse como portadora de una nueva cultura.

De ahí la construcción de una Historia mitológica que mira a un pasado utópico, glorioso, que nunca existió pero que sirve de dogma para crear un nuevo futuro que ignora el presente y las realidades sociales, de hecho, las ignora, las desprecia, las reduce a un «cuerpo social extraño» a eliminar, ya sea físicamente o mediante asimilaciones enmascaradas en supuestos movimientos sociales instigados desde arriba.

Es típico de los regímenes en los que todo el poder llueve de arriba y a los que ninguna crítica puede llegarles desde abajo, debilitar y confundir la capacidad de raciocinio y crear una vasta franja de conciencias grises que abarca desde los grandes malhechores a las víctimas puras. «Lilit y otros cuentos» (1971), Primo Levi

Partido Único, todavía se repescan ideologías trasnochadas con base segregacionista para construir utópicas Nuevas Arcadias felices

(4) Es indudable la base supremacista, racista, discriminatoria que subyace en ideologías que pretenden instituir Estados totalitarios, opresivos, tiránicos, de Partido Único, todavía se repescan ideologías trasnochadas con base segregacionista para construir utópicas Nuevas Arcadias felices, evidente contradicción interna, ¿felicidad sin poder tener ideas propias, con desigualdades graves en lo social, económico, en la justicia basadas en discriminaciones? Bien, pudiera ser,… «felicidad».

Son conocidos los catálogos de vicios de los puritanos, su rigor bíblico, estalinista. Conocida es la felicidad por decreto. «Diario de un caracol» (1973), Günter Grass.

La felicidad por decreto del ganado bovino que vegeta rumiando mientras otros en la granja deciden su futuro y les ahorra el penoso esfuerzo de pensar por sí mismos y enfrentar el mundo.

(5) Ah, por cierto, permítanme que me presente, soy Ángel Gómez, presidente de una minoritaria asociación de profesionales de la función pública, integrados en un instituto armado de naturaleza civil, policía autonómica de Cataluña, bajo el nombre histórico de Mossos d’Esquadra, que visto lo expuesto, nos negamos a ser cómplices y damos un paso al frente reivindicando nuestra españolidad y acatamiento a la legalidad constitucional, denominada «Unión de Mossos per la Constitució/Unión de Mozos por la Constitución», en activo, en pleno ejercicio de mis funciones atribuidas por Ley y víctima de campañas “anónimas” en redes sociales y prensa digital afín al Régimen, en forma de libelos, en los que se me atribuyen todos los tópicos racistas arriba expuestos y claman por mi/nuestra exclusión de un cuerpo armado cuya legitimidad arranca de la Constitución Española y que se pretende que sea un reducto sectario armado desleal con la legalidad constitucional.

(6) No lanzamos la toalla por responsabilidad hacia nuestros conciudadanos, incluso por quienes nos denigran, pues entiendo que deben ser buenas personas y ¡hasta qué punto habrá llegado su temor a la exclusión social! que se hacen participes de actitudes que estamos segurísimos en lo más recóndito de su conciencia rechazan. 

Aunque si que es cierto que el cansancio, el desánimo, el desamparo institucional de quienes deberían velar por el cumplimiento de la legalidad y practicando una omisión y dejación de obligaciones y responsabilidades han dejado, abandonado, res derelictae, las responsabilidades, y grupos de ciudadanos mediante el paraguas constitucional que ofrece el asociacionismo estamos asumiendo responsabilidades que nos exceden y que pueden acarrearnos, a algunos ya les acarrean, perjuicios sociales, económicos, académicos, profesionales, sin contar amparo de los poderes públicos que en ocasiones eluden responsabilidades mediante subterfugios jurídicoburocráticos absurdos, que siendo indulgentes constituyen un insulto a la inteligencia.

NOTAS

Establecía la siguiente distinción entre los catalanes «arios» (del Ebro al Pirineo) y el resto de españoles

(1) El suicidio de Europa según Klaus Mann, publicado por E. J. Rodriguez JOT DOWN contemporary culture mag Arte y Letras, Filosofia, Literatura.

(2) «El independentismo catalán echa sus raíces en pensadores que practicaban un discurso profundamente racista, que poco tiene que envidiar al que luego defendería el nazismo en los años 30″. Así lo pone en evidencia la recopilación de textos que ha elaborado el historiador y presidente de la asociación Profesores por el Bilingüismo, Francisco Oya.

Uno de los fundadores del nacionalismo catalán fue el escritor Pompeu Gener (1848-1920), quien intentó dar a sus teorías un enfoque científico y «darwinista». En un ensayo publicado a finales del siglo XIX, defendía este enfoque de supremacismo racista: «Creemos que nuestro pueblo es de una raza superior a la de la mayoría de los que forman España. Sabemos por la ciencia que somos arios».

Y establecía la siguiente distinción entre los catalanes «arios» (del Ebro al Pirineo) y el resto de españoles: «En España, la población puede dividirse en dos razas. La aria (celta, grecolatina, goda), o sea del Ebro al Pirineo; y la que ocupa del Ebro al Estrecho, que, en su mayor parte, no es aria sino semita, presemita y aun mongólica. Nosotros [los catalanes], que somos indogermánicos, de origen y corazón, no podemos sufrir la preponderancia de tales elementos de razas inferiores».

Tras dejar sentada esta tesis –que distinguía entre los catalanes «arios» y el resto de españoles, de sangre judía, como luego haría Hitler–, pocos años después insistió: «Soñamos con un imperio intelectual y moral mediterráneo, por nuestra influencia sobre las restantes naciones latinas, sin ser desviados por las durezas e ignorancias castellanas (…) Nuestro patriotismo es de Patria superior. Los demás pueblos de España ya nos seguirán, si quieren o si pueden, y si no, peor para ellos. Tal es nuestro cometido».

A los mismos tópicos recurría Enric Prat de la Riba (1870-1917), fundador de la Lliga Regionalista y considerado como uno de los padres del nacionalismo catalán. En 1898 escribía las siguientes palabras: «Los castellanos, que los extranjeros designan en general con la denominación de españoles, son un pueblo en el que el carácter semítico es predominante; la sangre árabe y africana que las frecuentes invasiones del sur le han inoculado se revela en su modo de ser, de pensar, de sentir y en todas las manifestaciones de su vida pública y privada».

Frente a ellos contraponía la «fuerza de la prosperidad económica, de energías intelectuales, morales y artísticas» de Cataluña, «la principal representante de la civilización europea en ese fajo mal atado de kabilas africanos que el Estado español encarna».

El nacionalista catalán Daniel Cardona i Civit (1890-1943) fundó la organización Nosaltres Sols!, que imitaba el nombre del partido independentista irlandés Sinn Féin, luego convertido en brazo político del grupo terrorista IRA.

Cardona calificaba de «invasión enemiga» la llegada de castellanos y andaluces a Cataluña: «Sintiendo como una repulsión instintiva por el trabajo, vienen a nuestra tierra a buscar los garbanzos que le son difíciles de encontrar en la suya (…) Compañeros, hace falta meterse en este importante aspecto de la invasión enemiga. La tierra y la riqueza catalana pasan así fácilmente sin que nadie se dé cuenta a manos de nuestros enemigos. Para una mujer catalana, sólo un patriota catalán como marido. Hace falta infiltrar en la mujer catalana una máxima repulsión hacia toda unión que además de entregar al enemigo tierras y bienes catalanes, vaya a impurificar la raza catalana».

Fundador de ERC, Francesc Macià: «Los españoles llegados a Barcelona, la gitanada inmensa, son hijas todas las prostitutas de calle y de cabaret que envenenen la vida de nuestra juventud»

El escritor nacionalista catalán Josep Genovès Moles también se mostraba muy preocupado ante la posibilidad de que la sangre catalana se contaminara con la del resto de los españoles: «Ningún catalán ni ninguna catalana dignos de tal nombre admitirán unión matrimonial con individuo español o hijo de españoles», escribió en un ensayo publicado en 1931, ya proclamada la Segunda República, «consideramos anticatalanas tales uniones y, como tales, las combatiremos. Declaramos mal catalán al que, después de habérsele hecho tales reflexiones, efectúe el matrimonio».

Los nacionalistas catalanes veneran al fundador de ERC y presidente de la Generalitat Francesc Macià (1859-1933), quien el 14 de abril de 1931 proclamó una «república catalana» que sólo duró tres días. En un escrito publicado en 1923, Macià advertía que el resto de españoles llegados a Barcelona, a los que calificaba como «la gitanada inmensa», corrompían a la sociedad catalana: «Esta inmundicia de basuras que han colmado la indignación de tantos sutilísimos comodones, no nos ha aterrorizado mucho a nosotros, acostumbrados a soportar la existencia de otra inmundicia más grande, la gitanada inmensa de una clase de gente que lleva gangrenando Barcelona desde hace tiempo; todo este pudridero de barrios bajos en descomposición, en donde se engendra la maldad y el microbio… Y de los barrios bajos que hemos señaladosal decir barrios bajos quiero decir España– son hijas todas las prostitutas de calle y de cabaret que envenenen la vida de nuestra juventud».

Pujol: «El hombre andaluz no es un hombre coherente. Es un hombre anárquico. Es un hombre destruido. Es, generalmente, un hombre poco hecho»

No es raro, por tanto, que el propio ex presidente Jordi Pujol Soley sintetizara estas ideas en la obra
magna que publicó en 1976, bajo el título La inmigración, problema y esperanza de Cataluña. En el libro, el político catalán escribió lo siguiente: «El hombre andaluz no es un hombre coherente. Es un hombre anárquico. Es un hombre destruido. Es, generalmente, un hombre poco hecho, un hombre que vive en un estado de ignorancia y miseria cultural, mental y espiritual».

Y añadió en alusión a los miles de andaluces que emigraron a Cataluña: «Es un hombre desarraigado, incapaz de tener un sentido un poco amplio de comunidad. De entrada, constituye la muestra de menor valor social y espiritual de España. Ya lo he dicho antes. Es un hombre destruido y anárquico. Si por la fuerza del número llegase a dominar sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña».

La obsesión de los catalanistas: cómo neutralizar a los xarnegos de los nuevos barrios

De hecho, ésta era la principal preocupación –obsesión- en los movimientos catalanistas de oposición al franquismo en los años de la Transición política: cómo neutralizar a esas multitudes o turbas españolas (xarnegos) de los nuevos barrios en construcción en las periferia súrbanas, que protagonizaban la oposición sindical y social al franquismo en pro de las libertades y la democracia. Se intentó desde la Asamblea de Cataluña y, cuando no se tuvo seguro el control, se constituyó el Consell de Forces Polítiques de Catalunya (que excluía a las organizaciones «sucursalistas») y, más adelante, se produjo el «sorpasso» de las direcciones del PSUC y el PSC-PSOE, tras la unificación socialista, por las élites dirigentes catalanistas.

Se editaron en esos años, supuestamente desde posiciones de izquierdas, cientos de publicaciones sobre «Immigració i reconstrucció nacional a Catalunya» (Editorial Blume, Fundació Jaume Boffil, Jaume Botey…) y la lengua catalana y la inmigración (Las varias «Jornades de Reflexions Crítiques sobre la Cultura Catalana» organizadas por la Generalitat, Quaderns de Alliberament, Badia Margarit, etc.). En general, la idea era conectar con la existencia de una «construcción nacional» abortada por el franquismo y con un nacionalismo popular, que el historiador Josep Termes se empeñó en buscar con escaso éxito («La immigració a Catalunya i altres estudis d’història del nacionalisme català»). En numerosas ocasiones, se tomaba como referencia un libro de Joan Ferrater Mora «Les formes de la vida catalana», que incluía un ensayo, «Catalanització de Catalunya», de 1942, pero reeditado en 1972. De alguna manera, a Paco Candel se le encarriló por ahí, con su obra «Los otros catalanes», «Els altres catalans».

Mi interés por este tema se despertó, de manera indirecta, en mis años universitarios en Madrid, en que asistí muy sorprendido a furibundos debates entre dos historiadores catalanes asentados en Madrid, Xavier Cuadrat, que había presentado su tesis de doctorado sobre el anarquismo y el socialismo catalanista de principios del siglo XX, y Antoni Jutglar, que había publicado «La era industrial en España» y varias obras de investigación sobre el republicanismo federal y Pi i Margall, «Ideología y clases en la España de la Restauración» y «La inmigración en Cataluña». El primero defendía la existencia de un catalanismo de izquierdas y el segundo negaba cualquier vinculación del catalanismo con las izquierdas y con el republicanismo. Siete años después apareció publicada la obra de Jordi Solé Tura, «Catalanismo y Revolución burguesa».

Viviendo ya en Cataluña (curso 1973/74), por experiencia propia y por diversas polémicas historiográficas, detecté que el problema histórico del Catalanismo era España (el de las convulsiones sociales y políticas asociadas a la España liberal) y que el gran problema social, cultural y político eran los inmigrados, cosa que ya le escuché decir a Antoni Jutglar. Resultó ser un campo oculto tras todas las construcciones históricas e ideológicas del catalanismo (una verdadera «criptohistoria») de un calado apasionante. Mi objeto de lecturas e investigación giraron principalmente sobre este asunto temático, especialmente el de la «cultura popular» catalana y la «nueva historia nacional» en el marco de las grandes transformaciones económicas, sociales y demográficas vividas en Cataluña desde el último tercio del siglo XX. Las políticas de «normalización lingüística y nacional» iban en realidad dirigidas a «normalizar» a los inmigrantes de los años 50, 60 y 70 («Más allá de la normalización lingüística: ¿Qué y a quién se ha de normalizar». El Viejo Topo, nº 87, 1995).

Según Quim Torra, no puede existir un «catalanista no independentista»

(3) Pero, como otros lideres secesionistas, Torra ha seguido hablando de una Cataluña unanimista:
un solo pueblo. El presidente ha empleado el lenguaje inflamado que destaca la «represión» y la existencia de «presos políticos», y ha alertado de «una crisis humanitaria» en Cataluña, una de las regiones más prosperas y de mayor calidad de vida del mundo. Entre las dudas que genera la afirmación de Torra está evaluar qué insulto es más grave: el que se dirige a la inteligencia o el que menosprecia el sufrimiento de quienes padecen de verdad una crisis humanitaria. Como ha dicho la profesora de Derecho Constitucional Argelia Queralt, es un discurso «demagógico, excluyente e irreal». Defiende la construcción de una república catalana independiente que no tiene lugar en el marco legal de convivencia y que es rechazada por más de la mitad de la ciudadanía.

Conocemos las ideas que Torra tiene sobre esa otra mitad de la sociedad, los catalanes que también se sienten españoles, además del resto de españoles. El presidente borró algunos tuits abiertamente xenófobos: en ellos los españoles hacían cosas malas (como expoliar y ocupar) y no hacían cosas buenas (como ducharse). Pidió disculpas a quien se hubiera podido sentir ofendido: ya se sabe, hay gente que tiene la piel muy fina. Pero sus tuits no eran deslices o detalles. Indican una forma de pensar, que se puede apreciar en su admiración por movimientos filofascistas de los años treinta y en sus artículos.

Según Torra, no puede existir un «catalanista no independentista». Así se apropia dogmáticamente de una posición y niega una importante tradición política que tuvo entre sus objetivos la modernización de España. En «La lengua y las bestias», comparaba a quienes vivían en Cataluña sin identificarse con el ideario del nacionalismo catalán como «carroñeros, víboras, hienas. Bestias de forma humana, sin embargo, que emiten odio»; puede deberse a una «cosa freudiana» o a un «estremecimiento en su cadena de ADN».

Ser catalán es hablar catalán, dice, y un catalán que aspira a ser español no es nada

Ser catalán es hablar catalán, dice, y un catalán que aspira a ser español no es nada. «Por eso – añadia- estas cosas que debemos soportar como el PP y Ciudadanos y otros reductos protofascistas no son nada, el vacío total, la carencia absoluta de respeto al país donde se vive. Bestioletas descerebradas que presentan recursos, que gritan y amenazan». Los catalanes no son quienes la ley reconoce como tales, sino quienes defienden una opción determinada. Los primeros son el pueblo; los segundos son el no pueblo. No son nada. Y, cuando Torra escribe de ellos, muestran una peligrosa tendencia a perder su humanidad y convertirse en animales.

Un paso indispensable que debe dar el secesionismo es reconocer el error que supone Tribunal Constitucional ha considerado legítimo. Después, el Estado puede ser generoso y flexible. Eso -desilusionar a las masas que ha contribuido a enardecer- es lo que realmente exige valor y responsabilidad. Son dos cualidades que no han abundado en el procès, y quizá sea ingenuo albergar demasiadas esperanzas en su aparición. Por desgracia, las entrevistas y el discurso de Torra no apuntan hacia allí.

El nacionalismo catalán ha destacado siempre su carácter cívico: el suyo, explicaban, no era un nacionalismo étnico… pero sus aliados en Europa eran la Liga Norte de Italia, el Vlaams Belang de Bélgica y otros partidos xenófobos. Y en ocasiones se podía detectar un desagradable componente supremacista. En el caso de Torra es explicito. Si dijera de los musulmanes o inmigrantes extranjeros lo que dice de otros catalanes se entendería más fácilmente: hay un racista presidiendo la Generalidad de Cataluña, y eso es algo que debería repugnar a todos los demócratas, al margen de su posición con respecto a la independencia.

(4) «La utopía da sentido a la vida, porque exige, contra toda verosimilitud, que la vida tenga un sentido; don Quijote es grande porque se empeña en crecer, negando la evidencia, que la bacía del barbero es el yelmo de Mambrino y que la zafia Aldonza es la encantadora Dulcinea. Pero don Quijote, por sí sólo, sería penoso y peligroso, como lo es la utopía cuando violenta la realidad, creyendo que la meta lejana ha sido alcanzada, confundiendo el sueño con la realidad e imponiéndolo con brutalidad a los otros, como en las utopías políticas totalitarias». Claudio Magris

(5) Denunciado oportunamente en Fiscalía Provincial, dado que las calumnias e injurias a pesar de ser delitos privados, son perseguibles de oficio si se comenten contra funcionario público, esta ha desestimado su persecución en un alarde de prestidigitación jurídica o quizás ¿pasteleo? ¿connivencia? Si por interés para que no se lleven el Scattergories admitimos que palabra de cinco letras que designa a un animal doméstico, de compañía, que destaca por su fidelidad, es «pulpo», habremos de acatarlo para poder seguir jugando, ¿de verdad vale la pena seguir jugando a un juego de poderes permeables?

El hecho sorprendente es que no es probable que ni uno ni otro se conmuevan cuando el monstruo comienza a devorar a sus propios hijos y ni siquiera si ellos mismos se convierten en víctimas de la persecución

(6) El factor inquietante en el éxito del totalitarismo es más bien el verdadero altruismo de sus seguidores: puede ser comprensible que un nazi o un bolchevique no se sientan flaquear en sus convicciones por los delitos contra las personas que no pertenecen al movimiento o que incluso sean hostiles a éste; pero el hecho sorprendente es que no es probable que ni uno ni otro se conmuevan cuando el monstruo comienza a devorar a sus propios hijos y ni siquiera si ellos mismos se convierten en víctimas de la persecución, si son acusados y condenados, si son expulsados del partido o enviados a un campo de concentración.

Al contrario, para sorpresa de todo el mundo civilizado, pueden incluso mostrarse dispuestos a colaborar con sus propios acusadores y a solicitar para ellos mismos la pena de muerte con tal de que no se vea afectado su status como miembros del movimiento. «Los orígenes del totalitarismo» (1951), Hannah Arendt».